Otro comienzo de curso, otro desatino

Todos los comienzos de curso conllevan dificultades de organización, muchas. Tanto que siempre hemos pensado que no podía ser peor, que el siguiente mejoraría. Pero tienen razón quienes aseguran que todo es susceptible de empeorar: a juzgar por lo que comentan mis amigas y amigos en puestos directivos, por lo que leo en redes sociales, este año ha superado, para muchos todavía está superando porque los problemas no se han resuelto, los despropósitos.

Recuerdo los primeros años en que se usó la informática para la adscripción del profesorado provisional e interino. Los errores eran tantos que comentábamos con humor que se habían equivocado en la compra y habían enviado a la delegación una centrifugadora en vez de un ordenador. Y antes, cuando en los centros de primaria no había personal de administración y servicios, ni siquiera ordenanza, sólo la limpiadora. Bueno, en la escuela unitaria, mixta, diseminada, de difícil desempeño (categorización oficial) en la que trabajé dos años, sin luz eléctrica ni agua corriente, tampoco había limpiadora. ¿Quién limpiaba el aula? Quienes  la usábamos.

Pero no es cosa de irse tan atrás, ya habrá ocasión para ello. Porque los problemas de estos últimos años son de otra índole: se asegura que en Andalucía no hay recortes en educación, mientras se recorta, y mucho, tanto en recursos materiales como en personal (por ejemplo reduciendo horas lectivas en centros bilingües), e incluso se ponen en funcionamiento nuevos programas (implantación de segunda lengua extranjera) sin aumentar las plantillas, sustituyendo un puesto de enseñanza general y tutoría por uno de francés. Posturéo, lo llaman ahora: aparentar que se mejora pero sin mejorar en realidad.

Todavía hay centros a los que no ha llegado (al menos no había llegado ayer) el profesor(a) de francés, que no olvidemos ha sustituido a otro(a) que tampoco está. Como ocurrió cuando se generalizó la LOGSE, que faltaba profesorado de algunas especialidades y hasta bien entrado octubre no se cubrieron las plantillas de los nuevos centros (doy fe de ello, que lo sufrí), ahora no hay suficiente profesorado con preparación en francés, como no lo hay para el bilingüismo del que tanto se alardea y que ha permitido la discriminación del alumnado, facilitando los grupos de buenos y malos que en teoría la legislación no permitía, y empeorado los conocimientos en las materias «bilingües».

Las consecuencias de la reducción de personal, mejor que lo pudiera hacer yo, y con ejemplos que se entienden fácilmente, lo explicó Miguel Rosa ya en agosto, al conocer la plantilla de su centro. Quiero destacar los párrafos finales, que plantean más cuestiones:

Ahora os pido que penséis que ese centro, en ese curso de primero con 25 alumnos , tiene a 6 alumnos de nuevo ingreso que desconocen nuestro idioma, a 5 alumnos desfavorecidos socialmente y que necesitan una atención especial y  a 3 alumnos que deben ser tratados de alguna discapacidad . No cuento a los alumnos  que necesitan apoyo educativo.

¿Lo imagináis?  ¿Se puede dar un mínimo de calidad educativa?  

Si a estos recortes (que no existen según la administración) se suman las pruebas y las reválidas de la nueva ley de educación (LOMCE) , es más que evidente que los alumnos de este centro van a tener muy, muy difícil, por no decir imposible, el llegar a bachillerato.

Se está haciendo una selección del alumnado y , a la vez, se están encasillando los centros en “buenos y malos”, saliendo perjudicados gravemente  los centros públicos.

Y , por supuesto, el profesorado en la misma medida y por las mismas razones, va a tener muy, muy difícil conseguir un mínimo de éxito escolar y, lo que mas duele,  seguramente en este centro comience un deterioro del clima escolar ante el panorama desolador que se presenta.

Estoy convencido que la mayoría del profesorado va a responder (ya está respondiendo) con la máxima profesionalidad, pero va a ser muy duro sobrevivir cuando no se aprecia ni se considera el valor de la Educación.

Se trata de medir las necesidades de todos los centros con el mismo rasero. Como si tuviera las mismas características, y en consecuencia las mismas necesidades, un centro cuyo alumnado procede mayoritariamente de un entorno social y culturalmente desfavorecido (El IES San Telmo, o el CEIP Poeta Carlos Alvarez, por ejemplo) y otro en el que tal entorno es minoritario (El IES Alvar Nuñez, o el CEIP Antonio Machado, pongamos por caso, en Jerez).

Y así se consigue que en vez de dedicar esfuerzos a lo importante: a los cambios imprescindibles para adaptar la educación que ofrecemos al mundo en el que vivimos, a mejorar las estrategias para hacer relevante para el alumnado el trabajo escolar, a los métodos pedagógicos, al impacto de las redes sociales, a la necesidad de que el profesorado sepa reconocerlas y aprovecharlas…, la reducción de personal hará que cada una o uno se centre en su pequeño mundo y trate de sobrevivir en él.

¿Será que como bien decíamos durante la dictadura al poder le interesa el personal acrítico y la mejor forma de conseguirlo es una educación pública sin calidad?

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PS. De temas como estos, deberíamos estar hablando:

El periodo de adaptación en educación infantil

¿Se puede trabajar por proyectos en secundaria?

El aprendizaje y el afectoSobre educación y relaciones

 

 

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