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Gratis total

Hace tiempo que vengo dándole vueltas a esta entrada. No porque no tenga claro lo que pienso y lo que quiero decir, sino porque puedo explicarme mal. Por eso aclaremos ideas desde el principio:

  • Que la ciudadanía, que somo todos, haya ido aumentando sus derechos es un avance social, positivo en sumo grado.
  • Que el estado, por sí o a través de sus distintos estamentos (comunidades, ayuntamientos, organismos varios) se haga cargo de la satisfacción de las necesidades del personal no tiene en principio nada de malo, sino todo lo contrario.
  • La educación obligatoria y gratuita hasta los 16 años es una de las mayores conquistas sociales del siglo XX.
  • Que cada cual pueda exigir sus derechos es garantía de que las cosas funcionan.

Dejado claro que estoy a favor del ejercicio de los derechos, especialmente de los derechos sociales: educación, salud, vivienda, empleo…, considero necesario poner en cuestión su uso y disfrute, cuando se entienden desligados de las obligaciones que deberían ser inherentes a ellos, que está siendo en demasiados casos. Parece que lo que nada cuesta nada vale, por eso nos podemos permitir el lujo de desaprovecharlo:

  • Empecemos con el desempleo. ¿No conocen a ningún parado que haya rechazado un trabajo porque entre el subsidio de paro y sus trabajillos en negro ganaba más que aceptando el empleo que le ofrecían? ¿Ni a nadie que haya dejado un trabajo para reorganizarse o tomarse unas vacaciones mientras cobraba el paro? Yo sí. Y más de uno. Claro que no ha sido en el último año, pero fue frecuente durante la época de vacas gordas en la que parecía que el erario público no tenía fondo.
  • Sigamos con la Seguridad Social, uno de nuestros mayores activos, demasiado poco valorado. ¿Saben que hay quienes, teniendo ofertas de trabajo en otros países, no se van porque su salud no es de hierro y los tratamientos que pueden necesitar quizá no estuvieran a su alcance, mientras la S.S. se los ofrece gratuitamente? Como contrapartida, pensemos en el uso que en muchos casos se hace de ella: almacenes de medicamentos en las casas, se piden (en ocasiones se exigen) pruebas innecesarias en base a lo que dice la wikipedia o lo que aconseja el amigo, se acude a las urgencias del hospital en vez de al centro de salud… He escuchado hablar de situación tercermundista (sic) porque no le daba (la S.S.) guantes para lavar a su padre en casa y una grúa para moverlo al día siguiente de volver a casa  tras haberle amputado una pierna.
  • El empleo, por la parte que toca a las empresas. Las hay que han formado personal para la apertura de una nueva sucursal, con fondos europeos, durante seis meses, y los han mantenido trabajando apenas uno; después, a la calle. Qué bien conocen algunos todos los recovecos legales para exprimir los fondos sociales sin ofrecer nada a cambio.
  • Educación. Mi favorito. Tenemos educación obligatoria y gratuita, en los centros publicos y en los concertados (bueno, en los últimos lo de gratuita es un decir, siempre encuentran la forma de haya que pagar, y de que se vayan los que molestan). Con ello parece que la educación se ha convertido en obligación propia del estado y se ha liberado de ella a los padres, que ya sólo tienen derechos: a que sus hijos tengan una plaza escolar, a que esté en el centro que elijan, al lado de su casa, a su entera satisfacción (sin educación para la ciudadanía si no la quieren, con religión a la carta…) Sin contrapartidas: con enviarlos al colegio, o al instituto, algunos ya creen que cumplen (en realidad hay quienes ni eso hacen, y es necesaria una comisión de seguimiento del absentismo). A los padres cuyos hijos (mayoritariamente chicos) no aprovechan en absoluto su estancia en el instituto, los que conocemos como objetores escolares, y que dicen no saber qué hacer con ellos, les he preguntado en ocasiones qué harían si tuvieran que devolver el coste de la plaza escolar de su hijo el curso que no rinden un mínimo. Me han reconocido que buscarían la manera de que cambiaran de actitud. Y yo les digo que la mayoría la encontrarían.

¿Por qué ha de ser gratis todo a cambio de nada? ¿Es que el dinero público (de todos) se puede gastar sin que importe en qué? (Por favor, en este momento no pensemos en los políticos y sus malversaciones, sólo en nuestra actitud como ciudadanos, de lo contrario no habrá forma de terminar el razonamiento). ¿Por qué consentimos con tanta faciliadad el mal uso de lo público, sin sentirnos afectados por ello?

Cuando decía que lo que nada cuesta, nada vale, debe entenderse que hablaba de que no le cuesta a la persona que lo utiliza, o esa impresión tiene porque no paga al utilizarlo. Si les digo en en el coqueto teatro de la pequeña localidad en la que vivo, desde que se cobra por los espectáculos (nada exagerado, 5 euros la entrada normal y 3 la de pensionistas y niños), hay más público adulto y se pueden ver las actuaciones sin que los niños sin padres las interrumpan, ¿pensarían como yo que no era buena la política del gratis total que se aplicaba antes?

Puede ser que tengamos que cambiar algunas cosas. Tratar igual a los que son diferentes no es justicia. ¿Todo el alumnado necesita los libros gratuitos? ¿Y el ordenador? Más de un padre, al firmar el compromiso que adquiere a recogerlo, ha preguntado si es obligatorio el uso de ese ordenador, porque su hijo tiene otro y…

Si los 2500 euros por nacimiento no hubieran sido repartidos sin tener en cuenta la renta familiar (¿de qué le sirven a quien tiene ingresos de cientos de miles de euros?) igual podían seguir recibiendolos las familias que los necesitan.

Y podríamos multiplicar los ejemplos.

Por otra parte recuerdo que uno de los ponentes del Evento Blog 2010, Marc Vidal, una de cuyas frases puede hacerse realidad para desgracia nuestra (No es que estemos en crisis. Esto se va a quedar así por mucho tiempo), se preguntaba si no estábamos confundiendo derechos fundamentales (vivienda, educación, salud…) con servicios del estado que dependen de su capacidad económica. Sería terrible que fuera verdad y estuviéramos asistiendo a la poda de ellos cuando apenas nos habíamos asomado al  estado de bienestar.

Las fotos de aquí, aquí, aquí y aquí

Intimidades

Indudablemente puede resultar doloroso saber que alguien a quien quieres te oculta algo importante. Pero es evidente que, entre adultos, cada persona tiene derecho a compartir lo que quiere, cuando quiere, con quien quiere.

No importa el tipo de relación existente: se debe compartir porque se desea hacerlo, no por obligación, y el respeto a la intimidad de los demás me parece una de las formas de respeto imprescindibles en la convivencia.

Todo el mundo no tiene la misma necesidad de dar a conocer o comentar sus sentimientos o realizar confidencias. Sentirse obligado a hacerlas no es sano. Y pretender obligar al otro a que las haga puede ser una forma de acabar con la confianza necesaria para que se produzcan

Decía al principio que entre adultos porque esto no tiene nada que ver con la obligación que tienen los padres, en relación con sus hijos menores, de saber qué hacen, dónde y con quién están, por qué páginas navegan… Y hay madres y padres que hablan de invasión de la intimidad de sus hijos/as de 12 años. Y menores.

Pedir la luna

Son éstas fechas de peticiones, regalos, compras… consumo en definitiva.

Muchas familias están pasando malos momentos porque este año no están las cosas como para satisfacer todos los caprichos y cuesta demasiado decir que no a los hijos, que no entienden, aunque tengan edad para ello, las dificultades familiares.

Me dicen que hay abuelas que llevan meses pagando (a dita, se decía por aquí) la muñeca carísima que quiere su nieta.

Y conozco  padres que tienen graves enfrentamientos con sus hijos adolescentes a los que no pueden seguir comprando ropa y deportivas de marca de alta gama. Se sienten culpables por lo que no pueden hacer, cuando es posible que debieran sentirse por habérselas comprado antes como si eso fuera lo normal.

Puede que haya llegado el momento de racionalizar el gasto, de no seguir pidiendo la luna, sino de esforzarse para conseguirla. Nos iría mejor a todos.

¡Qué grande, Forges!

Reflexiones en torno al informe PISA

Como saben soy una de las personas afectadas. Después de casi 40 años a pie de obra en la educación en Andalucía, en primaria y en secundaria, debo tener alguna responsabilidad en los resultados y debiera ser capaz -si no sucede que los árboles no me dejen ver el bosque- de analizar causas y proponer actuaciones.

Los resultados andaluces, dentro del pelotón del que habla Julio Carabaña en el artículo que citaba en la entrada anterior, están entre los peores, al nivel de Grecia

Es verdad que en Andalucía de partía de una situación peor: el nivel de analfabetismo y de desescolarización temprana era más alto. Pero han pasado demasiados años para que sigamos recurriendo al retraso ancestral para justificar la situación actual.

Es verdad que ésta y otras pruebas contrastadas indican que el nivel de estudios de los padres y las actividades culturales de la familia (el número de libros que hay en casa, por ejemplo) influyen más en los resultados que la actuación de la escuela. Y éste y otros estudios dicen que tenemos uno de los sistemas educativos más compensadores de deficiencias sociales y económicas del alumnado: el segundo, después de Finlandia.

Pero la tercera parte de nuestro alumnado se va del sistema sin obtener la titulación mínima, el Graduado en ESO. Los repetidores lastran los resultados y lastran el trabajo en las aulas. En algunos casos hasta lo impiden.

La repetición no soluciona el problema, lo amplifica, decimos muchas veces. Es verdad, en parte. La repetición de curso es eficaz para aquellos chicos y chicas que la necesitan, bien porque una enfermedad les ha impedido alcanzar las competencias necesarias o porque necesitan más tiempo que los demás para adquirirlas. Si entienden bien la situación, la cosa funciona.

En otros casos (falta de trabajo e interés, disrupción), cuando es un castigo que se les impone por los logros no alcanzados (a veces hasta reconociendo que como son inteligentes podrían alcanzar a sus compañeros si quisieran: es decir, es dudoso que no tengan las competencias necesarias), el problema, efectivamente, aumenta: no sólo se desentienden de una clase que les aburre (es repetida), sino que no conectan con el grupo, y mejor que no lo hagan, porque otros pueden imitar su actitud insolente, y seguir su estela.

¿Como hemos conseguido que una conquista social indudable -escolarización obligatoria hasta los 16 años- se convierta en un problema tan grave? Porque éste es el alumnado que antes -en esos tiempos pasados que tanto profesorado considera mejores- no estaban en la escuela. Se iban. Y siguen queriendo irse. Son objetores escolares. Una escuela tan academicista no esta hecha a su medida. O la cambiamos o la cambiamos. A no ser que queramos mantener los resultados, inamovibles mientras ellos (y ellas, en menor medida) estén ahí.

Hay otro camino, preventivo, cuyos frutos se notarían a medio plazo, que sería más eficaz a la larga que el cambio de trabajo en secundaria: la atención de las necesidades de cada alumno y cada alumna en infantil y primaria. El dominio de la lectoescritura y los conceptos numéricos es fundamental para los aprendizajes posteriores. Esta afirmación no está basada en una estadística realizada científicamente, sino en lo observado en 40 años: el alumnado que termina primero de primaria sin el dominio necesario en estos campos está condenado al fracaso escolar. Otros pueden fracasar, pero éstos lo hacen con muy pocas excepciones.

Hay un país, vecino nuestro, Portugal, cuyos resultados han mejorado significativamente en los últimos tres años (alrededor de 20 puntos). Saber qué han hecho puede darnos pistas sobre qué hacer, aunque no seguridades.

La receta portuguesa consiste en:

  • Han dedicado más recursos a los estudiantes de los sectores más débiles económicamente. Ordenadores, libros, acceso a banda ancha, cursos de inglés y otras actividades han tenido subsidio gubernamental, desde el primer año de Primaria hasta el final de Secundaria.
  • Nuevo sistema de evaluación de profesores y escuelas, que generó amplias protestas de los afectados y de los partidos de oposición, pero que ha mejorado la eficiencia escolar y ha disminuido el absentismo.
  • Ha mejorado la formación del profesorado, sobre todo en enseñanza de portugués, matemáticas y tecnología de la información.
  • Planes estratégicos de lectura y matemáticas a nivel nacional.

Puede que no vaya muy desencaminada la Propuesta del Consejero: Ampliar el horario dedicado a las materias instrumentales, especialmente en primaria. La verdad es que nunca debió disminuirse. Pero si hay que impartir otras enseñanzas algo habrá que quitar. Será que hay que elegir. Pero me parece muy incompleta (la propuesta). Se sabe lo que se quiere, pero no está claro cómo conseguirlo.

Me quedan muchas cosas que decir (seguiré en otra ocasión) sobre funcionamiento de centros (aunque los estudios digan que la diferencia entre centros es menor que la diferencia entre alumnos), evaluación, actitud del profesorado y de las familias y su repercusión en el aprendizaje, los medios de comunicación, el uso de las TIC…

Continuará, pero un aperitivo: lo escribe un padre periodista y habla de

Una siesta de doce años