«Sé que quienes nos gobiernan nos engañaron y nos engañan, aunque no me decepcionaron porque nunca esperé nada sabiendo quienes eran.
Sé que los políticos nos engañaron y nos engañan, porque entregaron el poder a los especuladores y a los tramposos con el beneplácito de quienes los aplauden y les ríen sus tristes gracias.
Sé que los sindicatos nos engañaron y nos engañan porque se convirtieron en cómplices de los poderosos y se olvidaron de sus orígenes soñando ser como ellos y participar de su juego.
Pero a pesar de todo eso hoy iré a la huelga.
Aunque solo sea por el respeto a todos los hombres y mujeres que pusieron su vida, su pensamiento y su trabajo, por ese mundo y esa sociedad más libre, equitativa y solidaria que los unos y los otros, con un discurso macabro adornado por un falso interés general, han herido de muerte.
Hoy iré a la huelga aunque solo sea por soñar que no puede ser verdad tanta traición y tanta desvergüenza frente a la parte más digna de nuestra historia más reciente, aquella en la que se fraguaron la dignidad y los derechos más humanos que daban y dan sentido al Estado moderno.
Hoy iré a la huelga, pero sé que no servirá de nada si quienes nos convocan solo persisten en acciones que impactan en nuestras mermadas economías familiares. ¿Cuántos puestos de trabajo se crearán con el salario que nos descontarán durante esta jornada? Ninguno.
Tomemos el ejemplo de los compañeros y amigos que persistieron en la lucha contra los desahucios que, aunque nunca se lo reconocerán con el Príncipe de Asturias ni falta que les hace, con su tenacidad, su dignidad y la claridad de sus ideas hicieron que los amaestrados, los mansos y los bolsillos agradecidos se sentaran a hablar, que ya es mucho siendo quienes son y sabiendo a quienes se deben.
Respeto y comprendo a quienes con un único salario decidan no unirse a la huelga, pero sí quisiera pedirles que cuando acudan a su puesto de trabajo mantengan vivo el espíritu y la lucha por los derechos que ahora nos pisan y recortan, y que si tienen que dar clase la dediquen a recordar cuánto hemos perdido y vamos perdiendo; y si tienen que atender a un enfermo lo hagan explicando cuánto ha costado conseguir lo que se le ofrece; y si tiene que clavar una puntilla lo haga cantando y reclamando los derechos que ya no tenemos; y si tiene que servir mesas que no olvide en su pecho un letrero que …
Y así hasta que si algún día los hijos de nuestros hijos nos recuerdan, que no sea porque fuimos dóciles y mansos y cedimos sus luchar nuestros derechos, nuestra razón y su futuro.
Salud, ecología y República».
Recibí lo escrito hasta aquí por correo electrónico, de un antiguo compañero. Lo pongo aquí porque lo suscribo. Las fotos son mías.
Y añado los enlaces a otras opiniones con las que estoy de acuerdo:.
Y para los que dicen que las movilizaciones no sirven de nada, lean esto.