Son éstas fechas de peticiones, regalos, compras… consumo en definitiva.
Muchas familias están pasando malos momentos porque este año no están las cosas como para satisfacer todos los caprichos y cuesta demasiado decir que no a los hijos, que no entienden, aunque tengan edad para ello, las dificultades familiares.
Me dicen que hay abuelas que llevan meses pagando (a dita, se decía por aquí) la muñeca carísima que quiere su nieta.
Y conozco padres que tienen graves enfrentamientos con sus hijos adolescentes a los que no pueden seguir comprando ropa y deportivas de marca de alta gama. Se sienten culpables por lo que no pueden hacer, cuando es posible que debieran sentirse por habérselas comprado antes como si eso fuera lo normal.
Puede que haya llegado el momento de racionalizar el gasto, de no seguir pidiendo la luna, sino de esforzarse para conseguirla. Nos iría mejor a todos.
¡Qué grande, Forges!