Como saben soy una de las personas afectadas. Después de casi 40 años a pie de obra en la educación en Andalucía, en primaria y en secundaria, debo tener alguna responsabilidad en los resultados y debiera ser capaz -si no sucede que los árboles no me dejen ver el bosque- de analizar causas y proponer actuaciones.
Los resultados andaluces, dentro del pelotón del que habla Julio Carabaña en el artículo que citaba en la entrada anterior, están entre los peores, al nivel de Grecia
Es verdad que en Andalucía de partía de una situación peor: el nivel de analfabetismo y de desescolarización temprana era más alto. Pero han pasado demasiados años para que sigamos recurriendo al retraso ancestral para justificar la situación actual.
Es verdad que ésta y otras pruebas contrastadas indican que el nivel de estudios de los padres y las actividades culturales de la familia (el número de libros que hay en casa, por ejemplo) influyen más en los resultados que la actuación de la escuela. Y éste y otros estudios dicen que tenemos uno de los sistemas educativos más compensadores de deficiencias sociales y económicas del alumnado: el segundo, después de Finlandia.
Pero la tercera parte de nuestro alumnado se va del sistema sin obtener la titulación mínima, el Graduado en ESO. Los repetidores lastran los resultados y lastran el trabajo en las aulas. En algunos casos hasta lo impiden.
La repetición no soluciona el problema, lo amplifica, decimos muchas veces. Es verdad, en parte. La repetición de curso es eficaz para aquellos chicos y chicas que la necesitan, bien porque una enfermedad les ha impedido alcanzar las competencias necesarias o porque necesitan más tiempo que los demás para adquirirlas. Si entienden bien la situación, la cosa funciona.
En otros casos (falta de trabajo e interés, disrupción), cuando es un castigo que se les impone por los logros no alcanzados (a veces hasta reconociendo que como son inteligentes podrían alcanzar a sus compañeros si quisieran: es decir, es dudoso que no tengan las competencias necesarias), el problema, efectivamente, aumenta: no sólo se desentienden de una clase que les aburre (es repetida), sino que no conectan con el grupo, y mejor que no lo hagan, porque otros pueden imitar su actitud insolente, y seguir su estela.
¿Como hemos conseguido que una conquista social indudable -escolarización obligatoria hasta los 16 años- se convierta en un problema tan grave? Porque éste es el alumnado que antes -en esos tiempos pasados que tanto profesorado considera mejores- no estaban en la escuela. Se iban. Y siguen queriendo irse. Son objetores escolares. Una escuela tan academicista no esta hecha a su medida. O la cambiamos o la cambiamos. A no ser que queramos mantener los resultados, inamovibles mientras ellos (y ellas, en menor medida) estén ahí.
Hay otro camino, preventivo, cuyos frutos se notarían a medio plazo, que sería más eficaz a la larga que el cambio de trabajo en secundaria: la atención de las necesidades de cada alumno y cada alumna en infantil y primaria. El dominio de la lectoescritura y los conceptos numéricos es fundamental para los aprendizajes posteriores. Esta afirmación no está basada en una estadística realizada científicamente, sino en lo observado en 40 años: el alumnado que termina primero de primaria sin el dominio necesario en estos campos está condenado al fracaso escolar. Otros pueden fracasar, pero éstos lo hacen con muy pocas excepciones.
Hay un país, vecino nuestro, Portugal, cuyos resultados han mejorado significativamente en los últimos tres años (alrededor de 20 puntos). Saber qué han hecho puede darnos pistas sobre qué hacer, aunque no seguridades.
La receta portuguesa consiste en:
- Han dedicado más recursos a los estudiantes de los sectores más débiles económicamente. Ordenadores, libros, acceso a banda ancha, cursos de inglés y otras actividades han tenido subsidio gubernamental, desde el primer año de Primaria hasta el final de Secundaria.
- Nuevo sistema de evaluación de profesores y escuelas, que generó amplias protestas de los afectados y de los partidos de oposición, pero que ha mejorado la eficiencia escolar y ha disminuido el absentismo.
- Ha mejorado la formación del profesorado, sobre todo en enseñanza de portugués, matemáticas y tecnología de la información.
- Planes estratégicos de lectura y matemáticas a nivel nacional.
Puede que no vaya muy desencaminada la Propuesta del Consejero: Ampliar el horario dedicado a las materias instrumentales, especialmente en primaria. La verdad es que nunca debió disminuirse. Pero si hay que impartir otras enseñanzas algo habrá que quitar. Será que hay que elegir. Pero me parece muy incompleta (la propuesta). Se sabe lo que se quiere, pero no está claro cómo conseguirlo.
Me quedan muchas cosas que decir (seguiré en otra ocasión) sobre funcionamiento de centros (aunque los estudios digan que la diferencia entre centros es menor que la diferencia entre alumnos), evaluación, actitud del profesorado y de las familias y su repercusión en el aprendizaje, los medios de comunicación, el uso de las TIC…
Continuará, pero un aperitivo: lo escribe un padre periodista y habla de
Una siesta de doce años