Ayer por la mañana una compañera sufrió una lipotimia y sintiendo que se iba a caer se acercó a la pared y se dejo deslizar hasta el suelo, donde finalmente quedó tendida rodeada de sus cosas: el bolso, la carpeta de documentos…, sin poder hacer nada.
Durante al menos un cuarto de hora estuvo, mareada, en el suelo, viendo pasar zapatos (lo único que su vista alcanzaba), y reconociendo por ellos a sus dueños: un hombre mayor con bastón, una mujer con un carrito, un chico joven, otra mujer… sin que nadie le echara una mano. No sabe si la miraron siquiera.
Finalmente una señora se acercó y la ayudó hasta que se recuperó y pudo irse a casa. Menos mal que al cabo alguien tuvo una reacción humana. ¿No era así como considerabamos la compasión, la empatía, la solidaridad?
Por fortuna sólo era una lipotimia, pero igual podía haber sido un infarto y entonces no había sobrevivido al incidente.
Me produce una profunda desazón constatar hasta dónde esta sociedad ha perdido los referentes, porque ésta es una muestra más, impactante, desde luego, pero una entre otras de cómo a la mayoría sólo le importa no complicarse la vida con los problemas de los demás, disfrutar de lo que puede, sin importarle incluso si tiene o no derecho a ello.
Algo tenemos que haber hecho mal para que las cosas estén así. ¿Estaremos a tiempo de corregirlo? ¿Querremos hacerlo o nos limitaremos a esperar, cada uno personalmente, no necesitar de nadie?
Comparto contigo el post. Vivimos en una sociedad que se ve forzada al individualismo personal y esto provoca acontecimientos como estos.
La evasión de la responsabilidad es una reacción del ser humano en estos accidentes que, no debemos justificar nunca con la falta de empatía y de ayuda al prójimo.
Y así nos va.