Educar es lo mismo
que ponerle un motor a una barca.
Hay que medir, pesar, equilibrar
y poner todo en marcha.
Pero para eso uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco – ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hasta islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra bandera enarbolada.
Gabriel Celaya
Dedico este poema a aquellos antiguos alumnos y alumnas que vuelven de vez en cuando, a veces cada curso, para dar noticias de su vida académica y personal. En la foto con una de ellas.
http://maullidodelgato.blogspot.com.es/
!Me encanta!
Y a mí. ¡Dice tanto con tan pocas palabras..!
Con palabras propias o prestadas para decir lo que sientes, siempre me emocionas. Un abrazo, amiga.
Lola
Tenemos un trabajo así de fantástico, aunque no todo el mundo lo sepa ver. Y Celaya lo expresa tan bien…
Un beso, Lola.