He asistido a la presentación de un libro un poco particular. Lo escribe una mujer que reconoce haber escondido su origen andaluz y campesino para ser aceptada en la sociedad urbanita barcelonesa y escribe lo que le cuentan unas mujeres andaluzas y campesinas, que han sido capaces de superar las dificultades que les planteó la vida en un poblado de colonización como tantos otros, disfrutando, en medio de las penalidades, de pequeñas alegrías, que también les tocaron. Han tenido la valentía de contar su historia, que no su vida (hay cosas que no se cuentan, decía una de ellas) y con ello seguramente molestar a otros.
Estas mujeres, que han llevado el peso de la familia (muy numerosa generalmente), han trabajado en el campo y apenas han tenido posibilidad de elegir: era lo que había, me han recordado a mi madre.
Muchas veces recuerdo el tiempo de recolección, en verano, siendo yo pequeña. ¿Quién se levantaba la primera para dejar aviada la comida para los que nos quedábamos en casa (tres o cuatro niños/as y la abuela sentada en su silla porque apenas podía andar apoyada en su cayado)? ¿Quién preparaba el café (achicoria, claro) para el desayuno, y la fiambrera para llevar? Y antes de amanecer, de camino, para estar a la salida del sol segando el trigo, o cogiendo lentejas, o garbanzos, a la par que su marido. Pero lo mejor era después, al volver a casa: ¿Será que no traían el mismo cansancio? Porque mientras mi padre daba de comer y beber a las vacas (la yunta) y al borrico y se derrumbaba en la silla, ella preparaba la cena, lavaba la ropa y atendía en lo que hiciera falta a sus hijos pequeños y su madre.
Y si se nos ocurría, críos al fin, acercarnos a él nos decía:
– Anda, deja a tu padre, que está cansado.
Y todo el mundo lo veía normal.
Estas son las mujeres que han sostenido el mundo y han permitido a los hombres destacar. Menos mal que, aunque lentamente, las cosas han cambiado. Y más que tienen que cambiar: aún quedan muchas injusticias y muchos abusos ocultos en las relaciones de pareja, especialmente entre los más jóvenes. Y sé de lo que hablo.
Después de unos años he encontrado este comentario sobre mi libro. Gracias. precisamente acabo de presentar una nueva edición del libro, que se ha vendido muchísimo y que sigue siendo una lección de vida para tantas mujeres.
Un abrazo
TERESA
Me alegro, Teresa. Puede que al paso que vamos el futuro repita más cosas del pasado de las que nos gustaría.