Si las miradas mataran yo no estaría viva.
Esta mañana, en una tienda de muebles, mientras una mamá miraba un catálogo, sus peques (2 y 3 años, más o menos) hacían de las suyas por la tienda. La pobre dependienta no sabía como controlar la situación. Les pedía que salieran del interior de los muebles, que se bajaran de los sofás… sin que la madre se diera por aludida.
Al pasar junto a ella para salir, no me contuve:
– Si no se anda con cuidado va a tener que pagar aunque no compre.
Su mirada fue todo un poema.
Una vez más, la actitud materna me hace pensar que es en la escuela donde a muchos niños se les dice por primera vez NO, eso no se hace. Y no debería ser así.
Y aquí una muestra de las excentricidades paternas: