Archivo de la etiqueta: política

Titiriteros

La RAE define al titiritero como la persona que maneja los títeres. Pero tiene una segunda acepción que es la que personalmente asocio al uso de la palabra en mi infancia: Persona que con habilidad y arte anda y voltea por el aire sobre una cuerda o un alambre, y hace otros ejercicios semejantes.

En ambas acepciones y en sentido figurado hay en la actualidad muchos titiriteros, y no son precisamente los que han estado detenidos.

Hay expertos en manejar los hilos para desviar la atención de lo que no les interesa que se vea: mientras se habla de los títeres no se está debatiendo y sacando conclusiones  sobre la corrupción que debía ya haber inhabilitado para gobernar a un partido que al parecer la lleva en su ADN; un error en el ayuntamiento de Madrid, si se magnifica adecuadamente, puede dificultar acuerdos con Podemos.

Y hay expertos en hacer equilibrios para mantenerse en sillón, endosando a otros la responsabilidad de sus errores o malas prácticas: ni Rita Barberá, ni Esperanza Aguirre, ni Mariano Rajoy, ni tantos otros, aceptan ninguna responsabilidad por la corrupción en medio de la cual han vivido y siguen viviendo. El sentido común dice que no es posible que la desconocieran pero están convencidos de que ello no afectará a sus posibilidades de seguir.

Y los medios de comunicación colaboran eficazmente para lograr que los manejos y los equilibrios consigan lo que pretenden, cuando no son ellos mismos los que inician el proceso.

¿Cómo se puede entender que en el siglo XXI, en un país del primer mundo (no escribo democrático porque estas prácticas me temo que poco tienen que ver con la democracia) la libertad de expresión esté tan disminuida como para que se pueda detener a alguien por el contenido de un teatro de títeres?

Aplicando una ley que con razón se conoce como Ley Mordaza.

El cuento que contaban los títeres

 

Mirando hacia atrás para ir hacia adelante

Estoy de acuerdo con Pablo Herrero:  esta entrevista sirve para entender mucho de lo que ha pasado en los últimos 30 años en España.

Y tiene un final esperanzador:

Lo que viene detrás de lo que está pasando no está escrito: depende de lo que hagamos o lo que dejemos de hacer. Así que brindo porque no se os olvide que el futuro no está escrito y que lo vais a hacer vosotros.

Lo que hay que hacer

Hemos entrado en una dinámica perversa. Han sido tantos los abusos, las chapuzas, los fraudes descarados, las malversaciones, los cohechos propios e impropios, las corrupciones y corruptelas de la clase política, que una gran parte de la ciudadanía ha perdido toda la confianza que un día depositó, ilusionada,  en la democracia.

Por otra parte, como dice Javier Pérez Royo, no puede descartarse que España llegue al estado de excepción en el que ya se encuentran Grecia e Italia. Un estado de excepción que no solo afecta al ejercicio de determinados derechos por parte de los ciudadanos o al funcionamiento regular de los poderes públicos, sino que ha supuesto la suspensión de la vigencia del principio de legitimación democrática del Estado. Formalmente se mantienen en pie las instituciones propias de dicho principio de legitimación democrática, pero materialmente la dirección política del país no se expresa a través de ellas.

De momento somos conscientes de que gran parte de las decisiones importantes no son del gobierno, aunque el presidente presuma de que una de ellas le va a costar una huelga general.

Las crisis son etapas de maduración. Si se resuelven bien se sale de ellas fortalecido. Pero en ocasiones suponen casi un re-nacimiento.

Esta crisis, que no es sólo económica sino también social y democrática, requiere de grandes sacrificios (nos lo vienen repitiendo hasta la saciedad) pero no en exclusiva de las clases populares y medias.

Si pretendemos una regeneración democrática tenemos que volver a confiar en los políticos, porque son necesarios, pero para ello es preciso que se hagan merecedores de nuestra confianza, actuando como si la política fuera un servicio a la sociedad y no una forma de enriquecerse, o simplemente de vivir.

Y siento decir que no lo van a hacer si no se lo exigimos, si no les obligamos a hacer lo que hay que hacer.

El 15M, que despertó nuestras esperanzas, parece dormido. Los sindicatos son parte del problema. ¿Nos vamos a resignar? ¿Tan bien han funcionadolas estrategias de manipulación de las que habla Noam Chomsky que damos por acabado el estado de bienestar, por eliminados los derechos sociales, que vamos a volver a la situación de hace veinte o treinta años sin rechistar?

El texto que les ofrezco es una propuesta de enmienda a la Constitución que circula por la red. A mí me ha llegado en varias ocasiones. Debe ser que a muchos les ha parecido interesante ¿Por qué no la firmamos?  Para presentarla en el Congreso y exigirles su parte a diputados y senadores. Es una forma de empezar.

Aquí esta el texto. ¿Quién se anima a firmarlo?

  1. El diputado será asalariado solamente durante su mandato. Y no tendrá jubilación proveniente solamente del mandato.
  2. El diputado contribuirá a la Seguridad Social. Todos los diputados (anteriores, actuales y futuros) que están actualmente en el fondo de jubilación del Congreso pasarán al régimen vigente de la Seguridad Social al día siguiente de la publicación de esta enmienda en el BOE.
  3. El diputado participará de los beneficios del régimen de la S.Social exactamente como todos los demás ciudadanos. El fondo de jubilación no puede ser usado para ninguna otra finalidad.
  4. Cada diputado habrá de pagar su plan de jubilación, como todos los españoles.
  5. El diputado dejará de votar su propio aumento de salario. Los aumentos de salario estarán previstos en función de una serie de tablas como las que rigen para todos los ciudadanos.
  6. El diputado dejará su seguro actual de salud y participará del mismo sistema de salud que los demás ciudadanos españoles.
  7. El diputado debe igualmente cumplir las mismas leyes que el resto de los españoles. Su inmunidad cesará con el cese de su mandato y los hechos delictivos que haya podido cometer habrán de ser juzgados una vez cese su inmunidad parlamentaria sin que, a efectos de prescripción, cuente el tiempo que haya ejercido como diputado.
  8. Servir en el Congreso es un honor, no una carrera. Los diputados deben cumplir sus mandatos (no más de 2 legislaturas),  y después irse acasa y buscar empleo.

Como complemento, para ayudar a aclarar las ideas, la entrevista de Jordi Évole a José Luis Sampedro, una mente lúcida donde las haya, en el programa Salvados: