Archivo de la etiqueta: empatía

Esto no sucede en otros ámbitos

Vuelvo sobre el EABE12

Pensaba modificar mi anterior entrada, para cambiar el video completo de la tarde por los parciales de cada mesa, y colocar al final un enlace a la wiki donde Juanma Díaz va enlazando los posts de los y las eaberos, la mayoría de los cuales he leído. Múltiples visiones de una misma realidad.

Pero el último, escrito por @sandopen, que no es profe dice:

Imagine a 200 empleados de alguna empresa, pongamos para concretar que sean del Banco de Santader o de Endesa, Telefonica, Mercadona, El Corte Inglés, elegid el que queráis. Ahora imaginad que estos empleados preparan, sin que sea necesario que lo conozca o lo apoye su empresa, un gran evento para reflexionar sobre cómo mejorar las telecomunicaciones, la banca o la venta al detalle. Imaginad también que eso lo hacen en sus ratos libres, que se pagan el viaje y el hotel, sacrifican un fin de semana de estar con sus familias porque tienen la pasión de mejorar el sector en el que trabajan y creen que debe hacerse desde abajo, desde el movimiento en la base. ¿Qué?¿que nos os creéis que lo harían? Pues yo lo he visto, pero el sector no era ninguno de los que he dicho sino la Educación, así con mayúsculas, así con pasión. Estos 200 profesores, y algunos padres se reunieron para hacer talleres y mesas redondas que hablaban de educación. Y era el cuarto año que lo hacían!!. Y para los que les gustan los lugares comunes, sí, la mayor parte de estos profesores son funcionarios, pero ¿a que no se parecen a ninguna parodia gruesa del funcionario?.

Si quieres leer el post entero, aquí está

Y aquí los encaces de la wiki

Y el resumen fotográfico de @antosevi

Morir de hambre viviendo con la familia

Leí la noticia el viernes: Detienen a la familia de una mujer que murió de inanición.

Padecía depresión y vivía con otras cinco personas, todas familiares: el marido, un hijo de 14 años, una hija casada, el yerno y un nieto de siete meses.

Debía ser difícil tratar con ella, ¿quién lo duda? Pero, ¿hasta que punto hay que haber perdido la humanidad para dejarla morir sin atención alguna, no ya médica, sino ni siquiera aseo, ni alimentación? ¿Cómo se puede vivir al lado de alguien y dejar que se pudra, literalmente, sin hacer nada para evitarlo?

En el mundo en que vivimos es difícil atender a las personas dependientes y es necesario que sea la sociedad la que se haga cargo de una parte importante de la tarea. Pero más importante, o al menos tanto, es, sin duda, la parte que la familia debe ofrecerle: la afectiva. ¿Quién puede suplir el cariño de una madre, de un hijo, de una mujer o un marido? ¿Y cómo puede cualquiera de ellos abandonar al otro cuando enferma, cuando deja de tener capacidad para tomar decisiones acordes con sus necesidades?

En las excavaciones de Atapuerca se han encontrado evidencias de que aquellos primitivos cuidaban a los indefensos: el esqueleto de un lisiado de joven que murió viejo. Sin ayuda no hubiera llegado a adulto. Y en el siglo XXI sucede esto.

Enlazo la reflexión con otra que tangencialmente se relaciona con la noticia. O no tan tangencialmente. ¡Cuantas veces al conocer la situación terminal de quien padece una enfermedad dolorosa, invalidante, o, especialmente, incapacitante mentalmente, que solo deja una vida de sufrimiento sin finalidad, porque no hay alternativa, hemos pensado que no queremos vivir así! Al menos yo lo he pensado y lo he dicho. Y lo mantengo: no quiero sufrir una larga agonía si puedo evitarlo. La vida tiene sentido cuando se vive, no cuando se padece sin esperanza.

El hambre, poema de Miguel Hernandez, musicado por Serrat, que viene a cuento.

Los efectos del desprecio

Publica hoy Eduardo Punset en su blog un artículo sobre el impacto negativo que el desprecio tiene sobre las personas y lo duradero que es.

Leerlo me ha hecho pensar en la forma más dolorosa de acoso escolar para un adolescente: echarle fuera del grupo, no reconocerle como igual, despreciarle. Justo en el momento vital en el que lo que opine el grupo de iguales es la mayor fuente de  satisfacciones y  frustraciones personales, en que la opinión de los adultos pasa a un segundo plano.

Y no siempre es fácil de detectar. Ya se cuidan los acosadores de actuar a escondidas de los adultos sensibles, y de controlar al grupo para que no hable. Por más que se intenta desarrollar en ellos la empatía, que se pongan en el lugar del acosado y actúen como les gustaría que otros actuaran si fueran ellos los que lo estuvieran pasando así de mal, pensar en ser considerados chivatos hace que mantengan el silencio cómplice. Y no pocas veces se añade el miedo real al matón que hace creibles sus amanazas.

En los centros docentes el profesorado está cada día más sensibilizado ante estos asuntos, como sucede en la sociedad con la violencia de género.  Siempre que se conoce un caso, o se tienen sospechas de que exista, se actúa, pero es seguro que muchos chicos y chicas quedan marcados por el desprecio de sus colegas que no hemos detectado a tiempo.

Se que el artículo de Punset no se refería de forma específica al bulling, pero debe ser verdad que cada uno enfocamos lo que leemos con las gafas de nuestras preocupaciones.

Enlazo aquí el artículo.

La cinta blanca

Sordidez en estado puro: represión social en un mundo feudal, venganza, envidia, maltrato a hijos y mujeres, tortura, muerte (¿quizá por accidente?), incesto. La verdad no interesa, es demasiado dura.

El objeto que da título a la película es el símbolo de la represión en la familia.

El hilo conductor, el narrador, con su novia y la baronesa, son los claroscuros. Y un niño, la luz: es empático y parece raro en medio de tanta miseria moral.