Earth | Time Lapse View from Space, Fly Over | NASA, ISS from Michael König on Vimeo.
Exagerada contaminación lumínica, pero ¡qué belleza!
Earth | Time Lapse View from Space, Fly Over | NASA, ISS from Michael König on Vimeo.
Exagerada contaminación lumínica, pero ¡qué belleza!
Hoy, día de Reyes, a lo largo de todo el día he oído de muchas personas, unas conocidas y otras no, los regalos de reyes que recuerdan de forma especial, o los que desearon y no recibieron.
Y han venido a mi mente dos regalos de reyes que fueron tan especiales que no los he olvidado.
El primero corresponde a una mañana en que mis dos hermanas y yo (sólo éramos tres entonces, llegamos a ser nueve) recibimos por sorpresa un par de mandarinas. Ni siquiera sabíamos que esa noche debían llegar los reyes. No había cabalgata, y ¿quién se atreve a hablar de reyes a sus niñas si no hay juguetes que poner en los zapatos? Es la tristeza de mi madre al explicarnos que nuestros reyes eran pobres la que se me quedó grabada.
El segundo si fue un juguete: un precioso juego de café de plástico de colores, recibido de una prima de mi madre que no pertenecía a la clase «humilde». Era tan bonito que pasó a decorar una repisa de la sala sin que pudiéramos jugar con él en muchos meses por temor a que se rompiera.
No todos los recuerdos de la infancia son agradables.
Fotos de la playa en la que esta tarde recordaba lo anterior.
Un compañero en el claustro virtual de twitter ha publicado en su blog una entrada en la que hace una relación de enlaces y herramientas relacionados con la educación, útiles para el profesorado y otras personas interesadas.
Aunque cada uno y cada una tengamos nuestras preferencias, todas sus recomendaciones son válidas y están recogidas en un solo lugar, lo que aumenta su utilidad.
Por eso enlazo aquí el artículo de Jordi Martí (@xarxatic) y tendremos siempre a mano sus recomendaciones.
Una de esas cosas que te llegan por correo y merecen la pena.
Ayer conocí a una mujer valiente. Nadie lo hubiera dicho viéndola charlar amigablemente con una chiquilla de 13 o 14 años que, como ella, había salido a pasear a su perro. Pero lo es, ¡ya lo creo que lo es!
Ha sido capaz de abandonar la comodidad de un matrimonio con un hombre de buena posición económica, que la llevaba donde ella quería, con el que compartía una casa estupenda en un pueblecito y dos hijos ya mayores, por un piso en un barrio obrero de Jerez en el que sigue educando a sus dos hijos, trabajando en el cuidado de personas dependientes (ese nicho de empleo que ha creado la Ley de dependencia) cuando la llaman, dispuesta a aceptar otro tipo de trabajo si surge, mientras disfruta de su recien estrenada libertad. Seis meses hace que vive sin pareja.
Reconoce que su exmarido no es mala persona, pero no la dejaba respirar. Se hicieron novios cuando ella tenía 14 años, y desde entonces ha vivido por y para él. Y para sus hijos, naturalmente.
– Yo sólo era la mujer de Fulanito.
Los problemas empezaron cuando quiso» sacarse el carnet»
– ¿Y tú para qué quieres conducir? Si yo te llevo donde quieres.
Reconoce que era verdad, pero… con eso no se sentia satisfecha. Pelearon, pero se sacó el carnet.
Luego, una cosa lleva a la otra, quiso tener su propio coche y entonces sí que se armó la gorda. Los argumentos, los mismos:
– ¿Para qué necesitas un coche si yo te llevo donde quieres? No lo entiendo.
– Sí, pero yo a veces quiero hacer algunas cosas sin ti. Salir con mis amigas, ir de compras… Tú las haces sin mí. Además, tú te has comprado dos cochazos desde que nos casamos y yo nada.
Aquello dolió, pero insistió tanto que terminaron comprando, a regañadientes, un coche pequeño para ella… con los papeles a nombre de él. El seguro también, con la disculpa de que era más barato. En resumen:
– Yo no tenía nada que pudiera decir que era mío. Es verdad que casados en régimen de ganaciales las propiedades son de los dos, pero yo no lo sentía así.
Desde que diponían de dos coches, él dejo de llevarse el grande al trabajo, porque el pequeño era más cómodo:
– Cuando lo necesites me llamas y te lo acerco, o pasas por el trabajo a recoger la llave.
Y cuando lo hacía, dónde vas, con quién, por qué, qué se te ha perdido, es que sólo quieres problemas…
Habló con su madre y, aunque todavía no lo entiende, se puso de parte de él, que la tenía como una reina aunque ella no supiera agradecérselo. Aunque la separación ha sido difícil, y lo ha pasado muy mal, su madre sigue pensando que debe agradecer al exmarido que cumpla con su obligación de pasarle la asignación a los hijos. Es decir, no ha encontrado el apoyo de la persona de la que más lo esperaba. Es una de las cosas que más le duelen, porque una madre (ella lo es, y lo sabe) debe comprender a sus hijos y apoyarles en sus decisiones, aunque no esté de acuerdo con ellas, especialmente cuando son difíciles y dolorosas.
Ha tenido el valor de irse del entorno conocido a otro en el que no conocía a nadie, y no se arrepiente. Aunque sus posibilidades económicas estén muy limitadas, la sensación de ser libre, de sentirse persona independiente, de poder tomar decisiones sin que otra persona tenga que aprobarlas, es tan intensa que supera ampliamente los inconvenientes.
Cuenta que una tarde en que había ido a la playa sola, tendida al sol mirando al cielo, viendo volar las gaviotas, se dio cuenta de que se podía quedar allí el tiempo que quisiera, sin tener que dar explicaciones de por qué llegaba tarde, o pronto. Fue consciente del cambio que había introducido en su vida. Y se sintió feliz. Todavía se emociona al recordarlo.
Puede parecer una historia menor pero yo, que también he pasado por una separación después de muchos años de convivencia, valoro su coraje y su valor. Y termino con una de sus frases, que resume su proceso de personalización:
– Lo mejor que he hecho en mi vida ha sido sacarme el carnet, porque fue el comienzo de mi nueva vida.
De eso hace seis años. Cinco tardó en tomar la decisión de separarse.
Permtidme que hoy enlace una entrada del blog Familia y Escuela, que suelo leer.
Sin comentarios.