Dignidad

Una señora de cuarenta a tantos años me ha resumido esta mañana, de camino a su trabajo, su situación familiar:

  • Ella trabaja en una casa (servicio doméstico). Ocho horas al día, aunque cotiza por cuatro. Su jefe es sindicalista, de CCOO. Su horario depende del que tenga su jefa que es enfermera y trabaja en el hospital. Sueldo mensual: 340 euros.
  • Su marido lleva ocho años parado.
  • Una de sus hijas estuvo diez meses trabajando en el servicio doméstico y la despidieron con una indemnización de 80 euros. El jefe sindicalista de la madre le dijo que le correspondían 200, pero como ya había firmado… Ahora está estudiando un módulo. (CFGM)
  • La otra hija está yendo a clase de adultos para obtener el graduado. Tiene una niña de cinco años que es la alegría de la casa; en el colegio están encantados con ella. Trabaja en semana santa, ganando algo más de 200 euros que son un respiro. Lo que cobra por los puntos (la ayuda familiar) como ingreso extraordinario que es, se dedica el de verano para el material escolar y el de invierno para festejar su cumpleaños. No hay ayuda del padre de la criatura. Y no recibe ninguna ayuda social porque no ha cotizado tres meses.
  • Ahora están un poco mejor porque una semana que su marido trabajó pagaron el seguro del coche y desde entonces pueden ir a recogerla a su trabajo (ella no tiene carnet). Antes debía volver andando unos seis kilómetros, gran parte por carretera, sola, pasadas las diez de la noche, porque a esa hora ya no hay autobús.

Lo contaba con buen talante, sabiendo que la suya no es una situación extraordinaria, que muchas otras familias están en situación parecida y como ella la sobrellevan con dignidad. Nadie diría al verles las penurias que están pasando.

Es un caso entre muchos, pero contado en primera persona, impresiona. Sobre todo porque la protagonista, que está manteniendo una familia y no sólo económicamente, consigue pese a las dificultades disfrutar de lo poco que tiene y transmitir tranquilidad.

Que existan familias como ésta es una de las #MilRazones22M para las Marchas de la Dignidad que hoy confluyen en Madrid y los medios tradicionales están obviando

 


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Esto lo escribe Javier Santos:

Vengo henchido por la alegría 

saciado de dignidad 
orgulloso de haber dado la cara 
de gritar ante la injusticia 
y combatir a la indecencia. 
 
Crucé las tierras de España 
compartí la jornada de lucha 
alcé mi bandera al viento 
y miré de frente a la gente, 
la buena gente que no consiente. 
 
Jugarón con los lobos y miedos, 
pero las columnas no paramos, 
no nos pudo el desprecio 
y tampoco la sinrazón 
de gobierno sin corazón. 
 
Dignidad, dignidad, dignidad, 
con esta palabra en los labios 
lanzamos al limpio cielo de pueblo bravo 
y así Madrid tomamos.
Ole y ole»

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