Ir de viaje con un grupo de cincuenta y cuatro personas de las que sólo conoces a dos o tres puede parecer un riesgo, especialmente si no eres la alegría de la huerta, como es mi caso. Pero puedo asegurar que no es riesgo ninguno si el grupo con el que vas es alumnado y familia del CEPER Victoria Alba comandado por su exdirector y naturalmente maestro, Enrique del Valle.
Un grupo de personas tan diferentes (de 13 a 80 años, de muy variadas profesiones y niveles educativos) en la que todas se apoyan y acogen a las nuevas, y donde prácticamente nadie desentona con un mal gesto ya se trate de subir cuestas para visitar un castillo, de sufrir las inclemencias del tiempo o de disfrutar de una buena comida.
¡Y la marcha que tienen las mayores! Las primeras que están dispuestas para todo, que quieren visitar, conocer, escuchar a los guías, aprender lo que antes muchas no pudieron.
La organización magnífica, llevando controlado hasta el último detalle: la selección de los lugares (ni sólo ni sobre todo los trillados), todas la visitas con guías locales, la intendencia…
Como muestra de lo vivido, aquí se recogen algunos momentos: