Así es. Durante los tres primeros meses del curso no se ha cubierto una plaza en el CEPER Victoria Alba y ahora ya no es necesaria. He aquí las razones:
- El alumnado que prepara la prueba de acceso a la universidad se examina en abril, no tiene tiempo que perder. Quien tiene medios para ello se ha ido a una academia (enseñanza privada). Los que siguen acudiendo a clase, habiendo empezado en noviembre, y renunciado a preparar las áreas específicas por falta de profesor, es difícil que alcancen una preparación adecuada. Este año los resultados del alumnado del centro en esta prueba no serán como acostumbraban. ¡Que buena forma de promocionar la enseñanza pública!
- Tal como se preveía, el número de chicos y chicas que pretendían obtener el título de Graduado en ESO se ha visto reducido sensiblemente: no más de treinta y cinco de los cincuenta y cuatro que empezaron siguen asistiendo con regularidad. Se han aburrido porque no tenían perspectivas de conseguir su título. ¡Ya no es necesario desdoblar la clase! ¿Seguro? ¿Alguien cree seriamente que se puede atender como se debe a un grupo tan numeroso con las dificultades que tienen? ¡Por favor!
- Pero como lo que cuenta son los números, no las personas, no hay clases masificadas, YA NO SE NECESITA UN DOCENTE MÁS. Se acabó el problema.
Una muestra clarísima del efecto Pigmalion. Se cumplen los pronósticos de la administración: como iban a dejar de asistir, no era necesario una maestra, o maestro, más. Y lo peor es que esos datos, esa profecía cumplida, se utilizarán para la dotación de personal del curso siguiente: como se ha comprobado que, efectivamente, en el segundo trimestre ya no hará falta, ¿para qué nombrarlo? Total, si muchos van a dejar de asistir.
Sólo que es una falacia. Claro que una parte del alumnado que prepara pruebas se aburre y abandona, pero ni mucho menos en la medida en la que ha sucedido este curso. ¿Quién no abandonaría si las perspectivas de superar la prueba fueran tan escasas?
Como ya dijimos en otra ocasión, el prestigio de un centro docente se logra con muchos años de buen trabajo y se puede perder con mucha facilidad. Este curso los resultados serán peores. ¿Qué pasará el próximo?
Una administración educativa no puede, no debe, olvidar la necesidad de formación de aquellas personas que están en peores condiciones para defenderse en la vida, para insertarse en la sociedad y reunir las condiciones imprescindibles para acceder a un trabajo digno. Y en esa categoría entran sin duda aquellas que no tienen titulación académica, lo dicen todas las estadísticas que relacionan nivel de estudios y paro.
Una administración educativa que se denomine socialista, como la actual, no puede permitirse el lujo de despreciar a las personas con mayores dificultades y echarlas en los brazos de centros privados a los que pocos tienen la posibilidad de acceder. No puede negar el pan y la sal a los centros públicos mientras mantiene conciertos con centros privados que mal disimulan la selección de su alumnado. O, ¿por qué creen que en tantos centros concertados hay tan poco alumnado con necesidades educativas especiales (con la honrosa excepción, en Jerez, de SAFA), o proveniente de familias con escaso poder adquisitivo? ¿Por casualidad?
¿Y saben qué? Los administrados no deberíamos consentirselo.