En estos días en que tantos compañeros y compañeras o simplemente colegas, están empezando un nuevo curso, preparándose para recibir al alumnado, no puedo menos que ponerme en su lugar, recordando tantas veces como lo viví, los nervios del comienzo como si cada año fuera la primera vez, las ganas de conocer a los grupos de personas con las que vas trabajar.. .
Hablando con unos y con otras y viendo el panorama un poco desde fuera (no del todo, claro que no) se percibe muy claramente la diferencia entre quienes van a poner toda la carne en el asador porque lo viven (expresión de una alumna) y quienes van simplemente a cumplir, quienes llevan las mariposas en el estómago y quienes solamente esperan que no se lo pongan muy difícil.
Y luego están los y las que se apenan porque se terminaron las vacaciones, están deseando poder jubilarse, pero mientras tanto se ganan el sueldo no sólo con dignidad sino de la mejor manera posible: con profesionalidad. Sin tener eso que conocemos como vocación, que puede hacer más fácil el trabajo, hacen lo necesario para que el suyo sea productivo, se involucran en el funcionamiento del centro, se forman, se comprometen con alumnado y familias, buscan alternativas para el alumnado con dificultades, son responsables en el sentido más amplio del término.
Entre el profesorado hay muy buenos profesionales, con vocación y sin ella, y también los hay muy mediocres. Como en todas partes, por cierto. Un grupo de buenos profesionales es un lujo para un centro y para cada uno de sus miembros y en ocasiones consigue que el resto se una al proyecto y mejore su trabajo.
Estoy convencida de que a nadie se le puede exigir vocación, pero todas y todos deberíamos tener profesionalidad, que no es otra cosa que desempeñar el trabajo poniendo todo el empeño posible, como quisiéramos que lo pusiera el profesor o profesora de nuestra hija o hijo. Y a quien no la tiene se le debería exigir, que no es ésta una profesión para gente sin impulso vital.
Dedico esta entrada a una amiga que es una profesional como la copa de un pino y está en periodo de adaptación a la vida sin trabajo: se acaba de jubilar, reconociendo que haber trabajado en lo que le gusta ha sido un lujo increíble. ¡Enhorabuena, Jose, lo mejor está por vivir!
Totalmente de acuerdo. Fíjate lo que acabo de escuchar http://www.slate.com/articles/podcasts/gist/2014/09/the_gist_discusses_the_teaching_profession_with_dana_goldstein_and_nfl_health.html
El inglés es mi asignatura pendiente. Estoy en ello.