Ayer y hoy

Ayer se cumplieron diez años de la aprobación de la ley que legalizó el matrimonio igualitario, haciendo un poquito más real el artículo 14 de la Constitución: Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Hoy entra en vigor la llamada Ley Mordaza que convierte en delito manifestarse en según qué sitios, hacer fotos o videos a la policía (impidiendo denunciar abusos), referirse a manifestaciones en redes sociales (pueden considerarte organizador y está prohibido organizarlas), que permitirá devoluciones de inmigrantes en caliente y hará innecesaria la intervención de un juez para multar con hasta 30.000 euros por las infracciones mencionadas y muchas otras. En resumen,  que  suprimen, so pretexto de regularlos, muchos de los derechos por los que tanto tuvimos que luchar. De un plumazo.

ley mordaza

Hace diez años se manifestaban la Iglesia, obispos a la cabeza, y el PP (el partido, algunos de sus miembros eran de otra opinión), considerando que la Ley que se iba a aprobar era un ataque frontal a la familia. Se equivocaron: ahora hay más tipos de familia reconocidos, pero la familia sigue tan viva como siempre. (O más: si no hubiera sido por el apoyo familiar, ¿qué habría sido de tantos parados como hay a consecuencia de una crisis que llegó para quedarse?) Y presentaron recurso de inconstitucionalidad, pero el Tribunal dijo que no, que no era inconstitucional.

Hace unos días (el 26 de junio) lo ha dicho también el Tribunal Supremo de Estados unidos: «Su esperanza es no ser condenados a vivir en soledad, excluidos de una de las instituciones más antiguas de la civilización. Exigen dignidad equitativa ante los ojos de la ley. La Constitución les concede ese derecho«. Eso dice la sentencia. No es un texto legal frío, sino una respuesta positiva a la encarnizada lucha sostenida por tantos activistas y negativa a los atacantes homófobos que tanto dolor les han causado.

Hace diez años construíamos un país más decente porque un país decente es el que no humilla a sus ciudadanos. Hoy no podemos decir lo mismo.

 

 

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