El sábado pasado, como tantas otras veces, quería estar en dos sitios. Como no es posible, renuncié a estar en uno de ellos y me perdí el #openseta, uno de los encuentros previos al EABE 15.
Ya el programa prometía: micología y realidad aumentada, ademas de las mesas redondas para buscar los pilares del EABE proximo.
Pero lo que cuentan las amigas, amigos y compañeros que allí estuvieron hace que lamente no haber estado allí.
A cambio estuve, con otros amigos, menos digitales, haciendo senderismo por Parauta, un precioso pueblo de la Serranía de Ronda. Me alegro de haber estado allí. Fue un buen día de campo y amistad.
En estos días de verano en los que nos encontramos fuera de los espacios habituales, estoy descubriendo que el curso escolar se está alargando para personas que solían terminarlo antes. Y eso porque están muy preocupadas.
He coincidido en distintos espacios, un paseo por la playa entre ellos, con directoras y directores de primaria que todavía ayer estaban fijando una fecha para una cita en la Consejería de Educación, y que expresaban su preocupación por las consecuencias de las nuevas normas de funcionamiento de los centros.
Y es que pese a que el gobierno de la comunidad mantiene su tesis de que no se aplicarán recortes en educación éstos son evidentes, según quienes los sufren:
Se acabó el profesorado de sobredotación por bilingüismo. Hay que seguir haciendo lo mismo pero con un/a profe menos.
Se mantiene la reducción de dos horas para el profesorado con más de 55 años, pero sólo se dota al centro de un profesor a partir de diez personas con derecho a la reducción. Si son nueve (dieciocho horas) el centro se las apaña. ¿Cómo? Todos los grupos de clase tendrán que estar completos en todo momento con un solo docente, es decir:
Se acabaron los apoyos al alumnado que tiene otras necesidades educativas. Los borradores del Decreto y la Orden que lo desarrolla reconocen su necesidad, especifican criterios, actuaciones y medidas de atención a la diversidad… que se fían a la autonomía de cada centro. ¿Sin dotarlo de profesorado? Si es así, como parece, se acabó la calidad de la enseñanza.
Hay quien teme (y es avezado en verlas venir) que se vaya a tratar a todos los centros por igual. Y nada hay más injusto que tratar igual a los que son diferentes, como explica la imagen.
Aunque se haya dicho muchas veces y así se reconozca en los borradores de los documentos citados, no está de más repetir lo importante que es atender y subsanar las dificultades de aprendizaje cuanto antes: detectarlas en infantil y tratarlas ahí y en los dos primeros cursos de primaria.
A partir del tercero sólo cuando están en manos de profesorado excepcional se pueden obtener resultados aceptables. En la mayoría de los casos se ponen parches para minimizar los daños (muchas veces más al grupo que al propio alumno o alumna con dificultades).
Por eso no puedo entender que sólo se vayan a mantener los apoyos en aquellos centros en los que el profesorado sea joven. Todos menores de 55 años, porque cada uno mayor de esa edad significará dos horas menos (casi tres sesiones de 45 minutos, después de un cambio del que habría mucho que hablar) de atención a niños y niñas con dificultades de aprendizaje.
No puedo entender que se diga una cosa y la realidad vaya por caminos completamente diferentes. Que se reconozcan derechos sólo sobre el papel porque a la hora de la verdad falten los elementos básicos para hacerlos realidad.
No basta con decir que no se recorta porque no, no somos tontas. Ni tontos.
Hoy, 18 noviembre, cumple 65 años y se jubila una compañera. Digo bien: compañera, porque en compañía, una junto a otra, hemos trabajado por la educación de muchos grupos de niños y niñas, antes, de chicas y chicos, después. Diferencio compañera, con la que se trabaja en compañía, de colega: persona de la misma profesión, nada más.
Hemos compartido inquietudes, intereses, experiencias y, sobre todo, el trabajo diario para conseguir que nuestro alumnado alcanzara las mayores cotas de formación y madurez personal, no sólo académica.
Tutora excelente, siempre ha conocido la situación familiar y personal de cada uno y cada una de sus tutorizados y actuado en consecuencia con ellos, con su familia y con el equipo educativo, que no siempre quiere tener en cuenta otros aspectos que no sean aprendizaje y comportamiento en clase.
Comprometida, implicada, buena profesional, cristiana convencida, de las que dan testimonio con su ejemplo más que con sus palabras, pero sin rehuir dar su opinión desde su opción religiosa. Siempre desde el respeto a las opiniones y criterios que pudiéramos tener los demás.
Cuando ha pasado épocas difíciles, que las ha tenido, como casi todos, ha sabido estar a la altura de la situación y dejar el trabajo, que le podía resultar terapéutico al sacarla de su ensimismamiento (quien no ama su trabajo no podrá entender esto), por temor a perjudicar a su alumnado al no poder rendir al cien por cien.
Muchos días ha llegado al centro comentando con alegría que había encontrado a Fulanito o Menganita, que fueron alumnos hace diez, quince años, trabajando en tal o cual sitio y le habían contado cómo les iba en la vida, lo que da muestra de las buenas relaciones establecidas. Seguirá encontrándoles, porque el mundo es pequeño, y seguirá interesándose por su vida y alegrándose de sus éxitos y sintiendo pena por sus fracasos.
Lo expresa perfectamente Gabriel Celaya en el poema que publiqué en una entrada anterior y que le dedico.
Estoy segura de que en medio de sus actividades familiares con hijos y nietos encontrará tiempo para alguna labor social.
Seguiremos compartiendo intereses, experiencias, inquietudes, que no serán las derivadas del trabajo diario, pero serán.
Y doy gracias a la vida, que me ha dado tanto. Entre otras muchas cosas, la posibilidad de trabajar con Mame
Si vivimos en un estado laico, ¿qué pinta la religión en la escuela?
¡Ah!, que no vivimos en un estado laico, sólo en uno no confesional. Pues el Papa parece partidario del laicismo, y su opinión debería importar a los obispos españoles, que no quieren perder ni un ápice de su influencia en la escuela.
Por cierto, si nuestro estado es no confesional, ¿por qué los los actos organizados en recuerdo u homenaje de víctimas, sean de la confesión que sean, son funerales católicos?
Volviendo a la pregunta inicial: ¿qué pinta la religión en la escuela? Pues verán:
En infantil, donde la ley no impone que se imparta, si el o la profe de religión tiene horas para ello, se imparte. ¿Por qué? Porque así el profesorado tutor tiene la posibilidad de tener una hora para otras cosas (preparar materiales para la clase, por ejemplo) Por eso, cuando hay familias que no quieren que su hijo o hija la reciba, en ocasiones desde los centros se hace lo posible (aunque no sea correcto) para que cambien de opinión. Así lo cuenta Gorka. Debo decir que la solución ha sido satisfactoria y la pequeña no se queda en clase de religión sin que sufra menoscabo en su autoestima.
En primaria suelen decidir los padres y cuando la mayoría opta porque sus hijos la reciban se plantean situaciones similares a las de infantil. La tutora o el tutor debe atender a la minoría (en ocasiones uno o dos), aunque no siempre se haga así y aunque la ley no plantea ni exige programación de esa actividad.
En secundaria, donde es el alumnado el que decide si asiste o no a la clase de religión, y no en función de su interés en el tema sino de lo bien o mal que se lo va a pasar en esa hora, como la clase no suele ser muy atractiva, aumentan los desafectos. Y hay que organizar los grupos en función de la opción elegida para que el aprovechamiento de los recursos humanos, siempre escasos, sea el máximo. ¡Vaya si pinta!
Para que los y las que optan por la religión no se vean perjudicados, la clase alternativa no debe tener contenidos y si se hace algo interesante el o la profe de religión puede denunciarlo por incumplimiento del acuerdo Iglesia-Estado. ¿Pinta o no pinta?
La iglesia quiere que la religión sea una asignatura como las demás y que su nota cuente, igual que la de matemáticas, dicen. (Y en la LOMCE lo consiguen). Pero la clase no es como las demás, sino puro adoctrinamiento. Y los que no tienen habilidad para ello a veces ponen películas, muchas películas.
¿A quién beneficia la situación? Yo creo que al alumnado no. La religión, para las personas creyentes, que no son tantas como cuenta la iglesia católica española, tiene su ámbito, y no es la escuela. Llevamos años diciéndolo y no entendemos cómo sigue estando ahí e incluso mejorando su estatus.
Por ello me adhiero a la campaña lanzada por @jochimet para que la religión salga de la escuela:
Dedico este poema a aquellos antiguos alumnos y alumnas que vuelven de vez en cuando, a veces cada curso, para dar noticias de su vida académica y personal. En la foto con una de ellas.
El pasado diecisiete de mayo, además del día contra la homofobia, coincidieron otros eventos.
En el Consejo de Ministros se aprobó la Ley Wert que tantos rechazos está acumulando, y que de aplicarse supondrá un retroceso en el tiempo, volver a épocas que creíamos superadas; y que algunos siguen añorando, también hay que decirlo. El trámite parlamentario, con mayoría absoluta, puede ser un paseo. Aunque cabe la posibilidad de que se ofrezcan alternativas mínimas, centradas en lo menos trascendental para desviar la atención, como decía hace unos días @jochimet
En Jerez impartió una conferencia sobre historia de la educación en este municipio Manuel Santander, al que se le otorgó la Medalla de Oro de Andalucía al Mérito en Educación en 2010, entre otras razones por su trabajo en la recuperación de la memoria histórica en el campo de la educación. ¡Qué bien nos vino a los asistentes recordar, con imágenes incluidas, la situación de la que partimos! ¡Aquellos centros, aquellas aulas, aquellos materiales, aquellas carreteras, aquellas normas, aquellas leyes! ¡Aquella realidad! Y también aquellos años de proyectos compartidos, de formación del profesorado, de ilusiones educativas dinamizadas por un equipo de inspectores (eran todos hombres, lo normal entonces) que amaban la educación y encontraron caldo de cultivo favorable en el magisterio de la época, dispuesto a dedicar horas, ilusión y esfuerzos a su tarea diaria . Hablamos de Francisco F. Pozar, de Paco Poveda, de Diego Bejarano, del propio Manuel Santander.
Cuando se destaca lo mal que está la educación, se nos olvida generalmente que tratar igual a los que son distintos puede ser una injusticia, que la necesidad de compensar es una realidad.
Enmarcar la Ley Wert en el contexto del recorrido desde 1936, dio una idea de los vaivenes y las incoherencias de una evolución a ventregones, que de ninguna manera ha sido lineal.