Una de esas cosas que te llegan por correo y merecen la pena.
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Una mujer valiente
Ayer conocí a una mujer valiente. Nadie lo hubiera dicho viéndola charlar amigablemente con una chiquilla de 13 o 14 años que, como ella, había salido a pasear a su perro. Pero lo es, ¡ya lo creo que lo es!
Ha sido capaz de abandonar la comodidad de un matrimonio con un hombre de buena posición económica, que la llevaba donde ella quería, con el que compartía una casa estupenda en un pueblecito y dos hijos ya mayores, por un piso en un barrio obrero de Jerez en el que sigue educando a sus dos hijos, trabajando en el cuidado de personas dependientes (ese nicho de empleo que ha creado la Ley de dependencia) cuando la llaman, dispuesta a aceptar otro tipo de trabajo si surge, mientras disfruta de su recien estrenada libertad. Seis meses hace que vive sin pareja.
Reconoce que su exmarido no es mala persona, pero no la dejaba respirar. Se hicieron novios cuando ella tenía 14 años, y desde entonces ha vivido por y para él. Y para sus hijos, naturalmente.
– Yo sólo era la mujer de Fulanito.
Los problemas empezaron cuando quiso» sacarse el carnet»
– ¿Y tú para qué quieres conducir? Si yo te llevo donde quieres.
Reconoce que era verdad, pero… con eso no se sentia satisfecha. Pelearon, pero se sacó el carnet.
Luego, una cosa lleva a la otra, quiso tener su propio coche y entonces sí que se armó la gorda. Los argumentos, los mismos:
– ¿Para qué necesitas un coche si yo te llevo donde quieres? No lo entiendo.
– Sí, pero yo a veces quiero hacer algunas cosas sin ti. Salir con mis amigas, ir de compras… Tú las haces sin mí. Además, tú te has comprado dos cochazos desde que nos casamos y yo nada.
Aquello dolió, pero insistió tanto que terminaron comprando, a regañadientes, un coche pequeño para ella… con los papeles a nombre de él. El seguro también, con la disculpa de que era más barato. En resumen:
– Yo no tenía nada que pudiera decir que era mío. Es verdad que casados en régimen de ganaciales las propiedades son de los dos, pero yo no lo sentía así.
Desde que diponían de dos coches, él dejo de llevarse el grande al trabajo, porque el pequeño era más cómodo:
– Cuando lo necesites me llamas y te lo acerco, o pasas por el trabajo a recoger la llave.
Y cuando lo hacía, dónde vas, con quién, por qué, qué se te ha perdido, es que sólo quieres problemas…
Habló con su madre y, aunque todavía no lo entiende, se puso de parte de él, que la tenía como una reina aunque ella no supiera agradecérselo. Aunque la separación ha sido difícil, y lo ha pasado muy mal, su madre sigue pensando que debe agradecer al exmarido que cumpla con su obligación de pasarle la asignación a los hijos. Es decir, no ha encontrado el apoyo de la persona de la que más lo esperaba. Es una de las cosas que más le duelen, porque una madre (ella lo es, y lo sabe) debe comprender a sus hijos y apoyarles en sus decisiones, aunque no esté de acuerdo con ellas, especialmente cuando son difíciles y dolorosas.
Ha tenido el valor de irse del entorno conocido a otro en el que no conocía a nadie, y no se arrepiente. Aunque sus posibilidades económicas estén muy limitadas, la sensación de ser libre, de sentirse persona independiente, de poder tomar decisiones sin que otra persona tenga que aprobarlas, es tan intensa que supera ampliamente los inconvenientes.
Cuenta que una tarde en que había ido a la playa sola, tendida al sol mirando al cielo, viendo volar las gaviotas, se dio cuenta de que se podía quedar allí el tiempo que quisiera, sin tener que dar explicaciones de por qué llegaba tarde, o pronto. Fue consciente del cambio que había introducido en su vida. Y se sintió feliz. Todavía se emociona al recordarlo.
Puede parecer una historia menor pero yo, que también he pasado por una separación después de muchos años de convivencia, valoro su coraje y su valor. Y termino con una de sus frases, que resume su proceso de personalización:
– Lo mejor que he hecho en mi vida ha sido sacarme el carnet, porque fue el comienzo de mi nueva vida.
De eso hace seis años. Cinco tardó en tomar la decisión de separarse.
El mundo que vamosa dejar a nuestros hijos o los hijos que vamos a dejar al mundo
Permtidme que hoy enlace una entrada del blog Familia y Escuela, que suelo leer.
Sin comentarios.
Videos que merecen verse
WordCamp Sevilla
Soy usuaria de WordPress, aquí y en mis blog de aula. Y organizaba el evento, entre otros, mi hijo. Por todo ello no tuve dudas en inscribirme.
El sábado por la mañana, una de las personas de la organización me pregunta:
– ¿Has visto lo que dicen en la página central de WordCamp?
No, no había visto. Lo he visto después. Decía esto
WordCamp Central2, (a la izquierda, en WordCamp Sevilla)
Naturalmente, Rafael’s mom soy yo. Y sí, les conté en cinco minutos lo que hago en clase con WordPress. Y les mostré algunos ejemplos de lo que hacen otros para sus centros.
Un fin de semana interesante. Una pena que yo no estuviera en las mejores condiciones físicas.
Recortando, que es gerundio.
Las noticias sobre recortes nos asedian, y aunque pensáramos que educación debería estar a la cola de los recortes, ya que en teoría parece que estamos de acuerdo en que el futuro del país depende de la formación de los individuos que lo conforman (eso es lo que dicen los políticos de cualquier ideología), muchos tenemos la impresión de que han empezado, precisamente, por la educación.
A estas horas ya no es noticia, pero sigue siendo merecedora del análisis que desde distintos ámbitos se le ha hecho, la carta en la que la presidenta de la comunidad de Madrid intenta convencer al profesorado de que lo que le pide es poca cosa. Aquí la enlazo comentada por @Nando_J y aquí corregida por manos anónimas.
Lo grave es que mientras se recorta en la enseñanza pública se inyectan subvenciones equivalentes en la privada. Lo explica con todo lujo de detalles Ignacio Escolar.
¿Y se pueden creer que la comunidad de Madrid presupuesta más para enseñanza de la religión en las aulas que para bilingüismo?
Da la impresión de que se pretende desprestigiar la enseñanza publica, empezando por minusvalorar al profesorado que tan poco trabaja, para dejarla como reducto para aquel alumnado que no tenga otra opción. Muy liberal la actuación.
No toda la ciudadanía está de acuerdo con el planteamiento de la señora Aguirre, como demuestra el artículo de Elvira Lindo, hoy en El País. Y las asociaciones de padres y madres que se están mobilizando al mismo tiempo que los docentes. Pero hay personas que hoy piensan peor de nosotros como colectivo.
Y para terminar esta dolorosa constatación de lo que nos espera, porque esto acaba de empezar, quiero enlazar un artículo escrito en mayo por Antonio Muñoz Molina, que tiene hoy la misma vigencia que entonces, que puede servirnos para reconocer nuestros errores como país y como personas individuales y decidirnos a ser ciudadanos y adultos, no adolescentes perpetuos, entre el letargo y la queja.