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Tragedias, buitres y respuestas administrativas

Tragedia: Hace dos días, un compañero con el que trabajé hace años, y del que guardo un inmejorable recuerdo, murió a manos de su hijo, un joven que estaba en tratamiento psiquiátrico.

Buitres: En la prensa aparecen todos los datos personale y profesionales, los detalles morbosos de la agresión, que a nadie importan, incluso el hecho de que el hijo era adoptado, como si eso supusiera un motivo o aportara algo significativo. La prensa, pese a que la mujer de mi amigo pidió que se respetara su intimidad, ha invadido el recinto de su casa, saltando tapias, haciendo fotos…  Por vender periódicos, lo que sea.

Respuestas administrativas:

  • En las últimas semanas, mi amigo y su mujer, los padres del joven enfermo, habían pedido ayuda a la fiscalía: se sentían incapaces de manejar la situación, y les puedo asegurar que son dos personas capaces y preparadas, y se les nota. Les dieron cita para tres semanas más tarde.
  • Mi amigo tenía claro que quería ser incinerado. El juez se ha negado a permitirlo, por si fuera necesaria la exhumación en el curso de la investigación. Su mujer se ha visto obligada a aceptar que no se cumpla su última voluntad.
  • Su hijo fué trasladado al juzgado para ser interrogado 24 horas después de la muerte de su padre. Hasta entonces se supone que estuvo en los calabozos. ¿Qué tipo de atención recibió un joven tan enfermo como para matar a una de las personas a las que más quería, por la que sentía no sólo cariño filial sino también admiración y respeto? No me consta, pero la familia sospechaba que ninguna.

Reflexiones:

  • Cada vez más familias se están viendo superadas por las actitudes y las actuaciones de sus hijos. Muchos padres, tras permitirles vivir sin normas,  se ven incapaces de controlarles y en ocasiones acuden la la fiscalía o el juzgado  buscando ayuda. Pero no todos los casos son iguales, ni mucho menos.
  • De la misma forma que en los hospitales se priorizan los enfermos que acuden a urgencias se debería hacer en estos asuntos judiciales. Si  lo hacen, como quiero suponer, desde luego en este caso  se equivocaron de medio a medio.  Necesitan asesoramiento psicológico para evaluar las situaciones.
  • La insensibildad de la Administración hiere, más cuando se forma parte de ella, aunque sea en otro ámbito.
  • El derecho a la información no puede ser excusa para actuaciones injustificables. El libro de estilo de El Pais, por ejemplo, dice que se citará la profesión cuando aporte algo relevante (cita no literal, pero ése es el sentido). ¿Qué aporta en este caso la profesión del padre? ¿O que el hijo fuera adoptado? ¿Insinúan algo con esas informaciones? Si así fuera, ¡qué mentes mas sucias! Y si no es, sobran.
  • A veces parece que viviéramos en una sociedad enferma, en la que se destaca sólo lo desagradable, y cuanto más lo sea más alto se lo coloca.

Cultura e internet

Vaya por delante que soy consumidora de cultura y no he descargado muchos archivos en mi vida. Lo que no es óbice para que perciba claramente que la situación ha cambiado y no va a volver atrás, que hay que adaptarse a los nuevos tiempos.

Seguro que algunas profesiones van a perder actividad o se van a transformar y algunas dejarán de existir, como ha sucedido históricamente cuando los avances tecnológicos han sido suficientemente significativos, pero no se pueden poner puertas al campo.

Recogeré aquí artículos de opinión que aporten argumentos interesantes según los vaya encontrando:

Diez disposiciones adicionales sobre el futuro de la cultura e internet de Javier Peláez en La Aldea Irreductible.

El milagro de los panes y los peces de Fernando Savater.

Sobre la propiedad intelectual y otros tipos de sociedad en Dura lex.

La cena del miedo de Amador Fernández-Savater, en Acuarela Libros.

A favor de internet, de Jesús Mosterín, el El País

Los límites del diálogo, de Enrique Dans, en su blog

Soy internauta de Javier de la Cueva en CiberP@ís

Es la dictadura de los señores de la red, de Alejandro Sanz en El País

Respuesta a Alejandro Sanz, de Lucas Sánchez, investigador del Centro Nacional de Biotecnología.

La piratería no existe de Juan Gómez-Jurado, periodista y escritor. Opinión mesurada, razonada, nada visceral.

Los colegas de Mad Max, de Fernando Savater.

Las editoriales comienzan a llorar, de RINZEWIN

Sordo, de Ray Loriga, que parece haber leído sólo a una parte, porque los insultos son una moneda muy corriente también en la otra.

Élites protegiendo élites, deYolanda Díaz de Tuesta. Largo y meditado.

La Ley Sinde y el laberinto de las metáforas, de Perogrullo

El mal menor, otro largo y fundamentado artículo de Yolanda Díaz de Tuesta.

Volver a empezar

A punto de comenzar el nuevo trimestre, después de haber preparado las primeras clases, es hora de hacerse el cuerpo para retomar la lucha:

  • Recordar las normas de clase.
  • Repasar lo aprendido porque lo que hay que aprender se basa en lo que ya se sabe.
  • Organizar la recuperación de los que no aprobaron.
  • Buscar actividades que resulten interesantes y faciliten la adquisición de conocimientos.
  • Aplicar los conocimientos y convertirlos en competencias.
  • Decidir qué tarde venimos a hacernos una cuenta en WordPress para poder intervenir en el Blog de la clase que estamos empezando a usar. Y el que quiera, un blog personal.
  • Comprobar que traemos las pilas recargadas y la cuerda a tope.
  • Terminar la redacción del Proyecto Educativo.
  • Revisar los resultados del primer trimestre y hacer propuestas para mejorarlos en el segundo: reajuste de grupos, animación a la lectura, trabajo de vocabulario, hablar en público…
  • Reuniones con padres cuya actuación es necesaria y sin embargo insuficiente.
  • Preparar las reuniones de Claustro y Consejo Escolar.

¡Tantas cosas! Y lo curioso es que al segundo día ya parece que llevas al menos una semana, o un mes. Todo ha vuelto a su sitio.

Es llamativo cómo algunas familias, madres y padres, se sorprenden de los malos resultados de sus hijos, especialmente en primero: les han visto, y permitido, pasar las tardes enteras en el fútbol, jugando a la consola, o con los amigos (se quejan de lo que les gusta salir, de repente), o con el novio o la novia ¡?. Aunque desde el principio se les informó de la necesidad del trabajo diario, han visto las pruebas escritas y tienen en la agenda notas parciales, esperaban, igual que los adolescentes, que si estudiaban los dos o tres últimos días del trimestre podrían compensarlo.

También se sorprenden los que trabajan diariamente. Muchos de ellos pensaban que el salto al instituto era demasiado grande y cuando las notas responden a su esfuerzo casi le parece mentira. ¡Cómo disfrutan! Y nosotros con ellos.

A nosotros, profesoras y profesores, nos sorprende y nos preocupa que haya padres y madres que pasan de la formación académica y humana de sus hijos, que se limitan a decir que no saben qué hacer con ellos, que se acostumbran a que tomen decisiones, a todas luces equivocadas, sin darles cuenta, que, en resumen, no se responsabilizan de su educación.

Son pocos, pero se notan mucho. La actitud de los chicos y los sentimientos, pensamientos y realidades que verbalizan no dejan lugar a dudas:

– No le hago caso a mi padre y te lo voy a hacer ti.

– A mi madre le da igual lo que yo haga.

Y en algunos casos es aún peor:

– Mi madre va a venir y te vas a enterar. (Aunque sea repetida colocaré la ilustración de una entrada anterior)Y viene, por propia iniciativa o a requerimiento nuestro, y es ella la que termina enterándose de por dónde camina su hija, o su hijo, que no es precisamente por donde ella pensaba. Al respecto tomé nota cuando lo vi de un artículo ilustrativo: los padres reclaman por lo accesorio, creyendo a pies juntillas la información que les dan los chicos, y no suelen hacerlo cuando de veras hay motivos. Son datos de la inspección.

Deseo a todos un buen trimestre.

Gratis total

Hace tiempo que vengo dándole vueltas a esta entrada. No porque no tenga claro lo que pienso y lo que quiero decir, sino porque puedo explicarme mal. Por eso aclaremos ideas desde el principio:

  • Que la ciudadanía, que somo todos, haya ido aumentando sus derechos es un avance social, positivo en sumo grado.
  • Que el estado, por sí o a través de sus distintos estamentos (comunidades, ayuntamientos, organismos varios) se haga cargo de la satisfacción de las necesidades del personal no tiene en principio nada de malo, sino todo lo contrario.
  • La educación obligatoria y gratuita hasta los 16 años es una de las mayores conquistas sociales del siglo XX.
  • Que cada cual pueda exigir sus derechos es garantía de que las cosas funcionan.

Dejado claro que estoy a favor del ejercicio de los derechos, especialmente de los derechos sociales: educación, salud, vivienda, empleo…, considero necesario poner en cuestión su uso y disfrute, cuando se entienden desligados de las obligaciones que deberían ser inherentes a ellos, que está siendo en demasiados casos. Parece que lo que nada cuesta nada vale, por eso nos podemos permitir el lujo de desaprovecharlo:

  • Empecemos con el desempleo. ¿No conocen a ningún parado que haya rechazado un trabajo porque entre el subsidio de paro y sus trabajillos en negro ganaba más que aceptando el empleo que le ofrecían? ¿Ni a nadie que haya dejado un trabajo para reorganizarse o tomarse unas vacaciones mientras cobraba el paro? Yo sí. Y más de uno. Claro que no ha sido en el último año, pero fue frecuente durante la época de vacas gordas en la que parecía que el erario público no tenía fondo.
  • Sigamos con la Seguridad Social, uno de nuestros mayores activos, demasiado poco valorado. ¿Saben que hay quienes, teniendo ofertas de trabajo en otros países, no se van porque su salud no es de hierro y los tratamientos que pueden necesitar quizá no estuvieran a su alcance, mientras la S.S. se los ofrece gratuitamente? Como contrapartida, pensemos en el uso que en muchos casos se hace de ella: almacenes de medicamentos en las casas, se piden (en ocasiones se exigen) pruebas innecesarias en base a lo que dice la wikipedia o lo que aconseja el amigo, se acude a las urgencias del hospital en vez de al centro de salud… He escuchado hablar de situación tercermundista (sic) porque no le daba (la S.S.) guantes para lavar a su padre en casa y una grúa para moverlo al día siguiente de volver a casa  tras haberle amputado una pierna.
  • El empleo, por la parte que toca a las empresas. Las hay que han formado personal para la apertura de una nueva sucursal, con fondos europeos, durante seis meses, y los han mantenido trabajando apenas uno; después, a la calle. Qué bien conocen algunos todos los recovecos legales para exprimir los fondos sociales sin ofrecer nada a cambio.
  • Educación. Mi favorito. Tenemos educación obligatoria y gratuita, en los centros publicos y en los concertados (bueno, en los últimos lo de gratuita es un decir, siempre encuentran la forma de haya que pagar, y de que se vayan los que molestan). Con ello parece que la educación se ha convertido en obligación propia del estado y se ha liberado de ella a los padres, que ya sólo tienen derechos: a que sus hijos tengan una plaza escolar, a que esté en el centro que elijan, al lado de su casa, a su entera satisfacción (sin educación para la ciudadanía si no la quieren, con religión a la carta…) Sin contrapartidas: con enviarlos al colegio, o al instituto, algunos ya creen que cumplen (en realidad hay quienes ni eso hacen, y es necesaria una comisión de seguimiento del absentismo). A los padres cuyos hijos (mayoritariamente chicos) no aprovechan en absoluto su estancia en el instituto, los que conocemos como objetores escolares, y que dicen no saber qué hacer con ellos, les he preguntado en ocasiones qué harían si tuvieran que devolver el coste de la plaza escolar de su hijo el curso que no rinden un mínimo. Me han reconocido que buscarían la manera de que cambiaran de actitud. Y yo les digo que la mayoría la encontrarían.

¿Por qué ha de ser gratis todo a cambio de nada? ¿Es que el dinero público (de todos) se puede gastar sin que importe en qué? (Por favor, en este momento no pensemos en los políticos y sus malversaciones, sólo en nuestra actitud como ciudadanos, de lo contrario no habrá forma de terminar el razonamiento). ¿Por qué consentimos con tanta faciliadad el mal uso de lo público, sin sentirnos afectados por ello?

Cuando decía que lo que nada cuesta, nada vale, debe entenderse que hablaba de que no le cuesta a la persona que lo utiliza, o esa impresión tiene porque no paga al utilizarlo. Si les digo en en el coqueto teatro de la pequeña localidad en la que vivo, desde que se cobra por los espectáculos (nada exagerado, 5 euros la entrada normal y 3 la de pensionistas y niños), hay más público adulto y se pueden ver las actuaciones sin que los niños sin padres las interrumpan, ¿pensarían como yo que no era buena la política del gratis total que se aplicaba antes?

Puede ser que tengamos que cambiar algunas cosas. Tratar igual a los que son diferentes no es justicia. ¿Todo el alumnado necesita los libros gratuitos? ¿Y el ordenador? Más de un padre, al firmar el compromiso que adquiere a recogerlo, ha preguntado si es obligatorio el uso de ese ordenador, porque su hijo tiene otro y…

Si los 2500 euros por nacimiento no hubieran sido repartidos sin tener en cuenta la renta familiar (¿de qué le sirven a quien tiene ingresos de cientos de miles de euros?) igual podían seguir recibiendolos las familias que los necesitan.

Y podríamos multiplicar los ejemplos.

Por otra parte recuerdo que uno de los ponentes del Evento Blog 2010, Marc Vidal, una de cuyas frases puede hacerse realidad para desgracia nuestra (No es que estemos en crisis. Esto se va a quedar así por mucho tiempo), se preguntaba si no estábamos confundiendo derechos fundamentales (vivienda, educación, salud…) con servicios del estado que dependen de su capacidad económica. Sería terrible que fuera verdad y estuviéramos asistiendo a la poda de ellos cuando apenas nos habíamos asomado al  estado de bienestar.

Las fotos de aquí, aquí, aquí y aquí

Intimidades

Indudablemente puede resultar doloroso saber que alguien a quien quieres te oculta algo importante. Pero es evidente que, entre adultos, cada persona tiene derecho a compartir lo que quiere, cuando quiere, con quien quiere.

No importa el tipo de relación existente: se debe compartir porque se desea hacerlo, no por obligación, y el respeto a la intimidad de los demás me parece una de las formas de respeto imprescindibles en la convivencia.

Todo el mundo no tiene la misma necesidad de dar a conocer o comentar sus sentimientos o realizar confidencias. Sentirse obligado a hacerlas no es sano. Y pretender obligar al otro a que las haga puede ser una forma de acabar con la confianza necesaria para que se produzcan

Decía al principio que entre adultos porque esto no tiene nada que ver con la obligación que tienen los padres, en relación con sus hijos menores, de saber qué hacen, dónde y con quién están, por qué páginas navegan… Y hay madres y padres que hablan de invasión de la intimidad de sus hijos/as de 12 años. Y menores.