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Machismo

Ni es la primera ni será la última vez que este tema aparezca por aquí, porque me parece preocupante.

Es raro el día que no veo o conozco detalles a los que sus protagonistas no dan importancia:

  • Novias (en miniatura, porque son tan jóvenes que me pregunto dónde están sus padres y madres) privadas de libertad que aceptan la situación con naturalidad, porque se parece a lo que ven en su casa.
  • Jóvenes (ellas) que dejan de ser dueñas de su vida, sometidas a la arbitrariedad egoista de su pareja hasta límites que pueden afectar a su futuro seriamente. (relaciones con penetración sí o sí, y de preservativo nada).
  • Mujeres que son la única fuente de ingresos de su familia, trabajando en casas ajenas… después de dejar la suya limpia y la comida hecha, aunque para ello hayan tenido que acostarse a las mil y levantarse de madrugada. Mientras los hombres de la familia sestean, por decirlo de alguna manera.
  • Chicos que reconocen que no hacen nada en casa, mientras sus hermanas, incluso menores que ellos sí que colaboran.
  • Hombres que ayudan a sus mujeres que trabajan fuera de casa, igual que ellos, como si les hicieran un favor. Y mujeres que les agradecen la ayuda, como si la obligación fuera absolutamente suya.
  • Hombres que comentan en el bar el asesinato de una mujer por su pareja diciendo que cuando un hombre mata a una mujer no es por nada, es por despecho. Y con ello lo entienden, si no lo justifican.

Cuando quedan tantas situaciones como éstas en la vida diaria, que personas con visibilidad pública, por el motivo que sea, refuerzan estas actitudes con sus palabras o sus actos, le hacen un flaco favor a una sociedad necesitada de superar ese machismo residual que envenena la vida de las que lo sufren (y lo transmiten a sus hijas al soportarlo, porque la mejor enseñanza es el ejemplo).

Para muestra, dos botones de sobra conocidos. Me parece imposible que alguien pueda defenderlos, aunque no sea partidario de Leire Pajín.

Y una apostilla respecto al último: Se pregunta Carlos César Álvarez si esta sociedad se escacndaliza cada vez más fácilmente. Claro que sí, y eso es síntoma de que mejora. Ya no se consideran normales, para la mayor parte de la sociedad, los ejemplos que ponía al principio.

Otra opinión, sobre el mismo tema, de Elvira Lindo

Costes y precios

¿Cuánto le cuesta a un cerrajero abrir una puerta cuando la llave se ha quedado puesta por dentro? Sacar un plástico semi-rígido, meterlo por arriba, mover un poco…. Total, un par de minutos como máximo.

¿Y cuánto le cuesta al que se dejó, por accidente, la llave puesta por dentro? Contactar con el cerrajero, esperar a que llegue (es rápido, desde luego), rezar para que no haya que perforar el bombín, y … 100 euros de nada. Si hubiera que perforar el bombín, es decir, si hay que trabajar de verdad, serían 125.

Y lo mejor: para que te hagan la factura tendrás que ingresar el IVA (18 €) en la cuenta del banco que te indique la empresa. Dan por supuesto que con estos trámites sólo vas a pedir factura si paga el seguro. Si pagas tú ¿para qué la quieres si no te sirve para nada y te cuesta 18 € y la visita al banco? Y si no hay factura, ni IVA, ¿de qué tipo dinero, y de economía, estamos hablando?

Y que conste que la búsqueda del cerrajero se realizó a traves de Google. Una empresa normal, que se anuncia como rápida y económica. Seguramente sus ingresos declarados no son muy altos, claro. Salvo que pague el seguro…

Y otra cosa: ni antes, ni en medio, ni después, pide ninguna evidencia de que la puerta que quieres abrir es de tu casa. Los okupas no tienen por qué entrar con la patada en la puerta. Aunque desde luego es más barato.

Nobel

Estos días he caído en la cuenta de que leí las primeras novelas de Vargas Llosa al tiempo que se iban publicando. Recuerdo perfectamente el orden porque en una época en que lectura llegaba a ser una adicción, me impresionaron.

La primera fue La ciudad y los perros, que me descubrió la riqueza de un español distinco, con un léxico desconocido pero inteligible. Cuando un par de años más tarde una persona cercana necesitó hacer un trabajo académico sobre ella, le ofrecí mi colaboración. La releí y volví a disfrutarla, haciendo a la vez que una crítica elogiosa, un glosario con la significación de las palabras que me habían impactado. Claro que no fue solo el léxico lo que me impactó.

Por eso tan pronto como descubrí La Casa Verde en la pequeña librería de la calle Larga la compré y la leí con avidez. Me duró muy poco.

Conversación en La Catedral la leí por primera vez mientras hacía el mes de prácticas que entonces llevaba aparejado haber aprobado las oposiciones de magisterio. Recuerdo que aquello de La Catedral hizo pensar a más de uno que estaba leyendo algo religioso. ¡Menudo equívoco! Era la primera novela que yo leía en la que aparecía la homosexualidad abiertamente, con lo que eso significaba para la iglesia. La leí dos veces seguidas: en la primera seguí la trama, en la segunda disfruté de la lectura.

Estos días he estado ordenando los libros en casa y no he encontrado Conversación en La Catedral. Todavía no he terminado, así que espero que todavía aparezcan los dos volúmenes, amarillos por efecto del tiempo, en los que se editó en su momento.

He seguido leyendo a Vargas Llosa, no sólo en sus novelas, también en artículos y reportajes. Aunque no siempre haya estado de acuerdo con sus ideas, ¡qué bien organizadas y argumentadas están! Derrocha erudición, está documentado hasta la saciedad, y se explica con una propiedad y una precisión que deslumbra.

En resumen, me he alegrado mucho de que el Nobel de Literatura de este año sea él. No me cabe duda de que lo merece.

Jubilación

Hace dos días que lo celebramos: mi amiga Charo se ha jubilado y está en condiciones de disfrutarlo.

Esto de la jubilación tiene casi siempre un sabor agridulce, aunque el término derive, como dijo en la suya Carmen Fatou, llorando, de júbilo.

La parte agria de ésta en concreto es que Charo no tiene gana ni edad de jubilarse. Y su marcha de la escuela priva a su centro de aportaciones valiosas: una maestra vocacional, siempre dispuesta a arrimar el hombro y que tiene el don de sacar de los que le rodean lo mejor de cada uno. Algo que viene bien en cualquier grupo humano pero en los que trabajan en centros docentes de la zona sur de Jerez, con las dificultades que tienen, es como el rayito de sol que alegra un día nublado. Así lo manifestaban sus actuales compañeras (ellas fueron las que hablaron).

La parte dulce es que se sienta tan bien después de lo mal que lo ha pasado. Que pueda disfrutar de la vida, de su familia y de sus amigos con tanta intensidad como lo hace. Es de las que prefieren quemar la vela de la vida por los dos extremos y hasta por el medio, a dejarla en un cajón para alimento de los ratones.

Esta noche nos emocionamos con ella. Tanto, que a más de una le costó luego coger el sueño. Y en adelante disfrutaremos con ella compartiendo los logros que seamos capaces de alcanzar y las frustraciones que la vida nos depare. ¿Para qué si no están las amigas?