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Enfrentarse a la vida

– Cómo estás?
– Resignada.
– Mmnm?
– No quiero pensar en ello. He aceptado que voy a seguir así, no tengo fuerzas para hacer otra cosa.
– Hay gente que no tiene opciones, tú sí puedes plantearte alternativas, y eres consciente de ello.
– No quiero hacerlo. Tomé la decisión de vivir así.
– La tomas cada día, y en cualquier momento puedes tomar una diferente, una que te permita vivir de acuerdo contigo misma.
– Otra persona depende de mí. No sabe qué hacer sola. Se hundiría si yo no estuviera ahí.
– Eso no es más que una disculpa. Es una persona adulta, que hizo una carrera y tiene un trabajo, es capaz de aprender. Y no es tu responsabilidad.
– No quiero pensar en ello.

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Y así pasan los días, sin pena ni gloria, algunas personas. Otras en cambio son capaces de quemar la vela de la vida por los dos extremos y hasta por el centro en vez de dejarla en un cajón para alimento de los ratones. Y entre los dos extremos la gente normal, si es que eso existe, fructuando entre ambos, unas veces más cerca de ver pasar el tiempo y otras de afrontar con decisión las posibilidades.

¡Qué corta es la vida para dejarla pasar sin disfrutarla! Y qué poco se necesita para disfrutar si se está dispuesta e ello.

Disfrutar con lo que se tiene, siendo quien se es, es decir, no engañándose a una misma ni a los demás aparentando ser alguien diferente, nos hace mucho más fácil tomar las decisiones oportunas y ser mucho más felices. Decir lo que se piensa y lo que se siente produce una liberación que muchas personas no experimentan en su vida, siempre cohibidas por la corrección, el qué dirán, la posibilidad de herir, la de ser herida…

¡Es hora de VIVIR!

 

Tomada por el lila

En la última quincena de mayo Jerez aparece así, tomada por el lila de las jacarandas que flanquean muchas de sus avenidas. Siempre pensamos en la calle Porvera en la que las jacarandas forman un techo vegetal que impide que los rayos del sol lleguen al suelo, cosa que se agradece cuando el calor aprieta, pero no sólo no es la única sino que ni siquiera es la mejor de las muchas que hay.

 

Un ejemplo de buen trabajo

Conozco el centro docente San Telmo de Jerez desde su inicio. Cuando yo llegué para trabajar en él como maestra provisional, sólo estaba el edificio recién construido: ni una mesa, ni una pizarra. Y por delante de su entrada pasaban las aguas residuales de las chabolas que todavía estaban habitadas en el cerro de al lado (La perfumería Gal, decía un colega). El resto de compañeros y compañeras era interino por lo que me asignaron la jefatura de estudios (la directora lo era de otro centro y asistía a los claustros y poco más) y me responsabilicé  del comedor, el laboratorio…

El alumnado procedía de los demás centros de la zona, y venía voluntariamente. Se llenó el centro con niños y niñas hasta 5º (en este último curso tuvimos el primer grupo mixto por necesidad, del que fui tutora). En más de una ocasión un colega del centro de origen se acercó para advertirnos sobre tal o cual chico.

Mi destino definitivo me impidió continuar, como habría deseado: recuerdo aquel curso como una de mis mejores experiencias profesionales. (Yo entonces no había oído hablar de las comisiones de servicio)

Digo esto para dejar claro que conozco el barrio y a su gente, que sé de las dificultades que se encuentra el profesorado que trabaja en una Z.A.E.P. (zona de atención educativa preferente) tan clara como la zona sur de Jerez, por mi propia experiencia y porque tengo muchos amigos y amigas trabajando en la zona y haciendo una excelente labor educativa.

Por ello puedo y quiero valorar especialmente el trabajo presentado por el IES San Telmo en la Feria de la Ciencia en la calle celebrada entre el 15 y el 17 de abril próximo pasado, desde distintas áreas de la Ciencia:

  • Comparación entre el cultivo tradicional y el hidropónico de distinto tipo, que me explicaron con soltura y precisión.
  •  Proyectos tecnológicos, que incluyen desarrollo teórico y práctico, realizados con materiales sencillos muy trabajados: un puente levadizo (como el de Cádiz, me explican), un coche de época, que pequeños motores hacen funcionar, un elevador hidráulico que se mueve con el aire de una jeringa, los clásicos enlaces eléctricos para conocer herramientas…

 

Que este alumnado haya realizado y explique con facilidad, utilizando vocabulario adecuado, qué y cómo han proyectado y desarrollado su trabajo es todo un éxito del que se responsabiliza un compañero y amigo (compartimos 10 años de trabajo en el I.E.S. La Campiña) que me invitó con mucho interés a la Feria:

Me gustaría que te pasarás a visitarla. Desde tecnología, humildemente, hemos trabajado duro para que nuestros alumnos/as se sientan orgullosos de representar al I.E.S. San Telmo y estaremos a la altura de cualquier instituto. Pero como sé que me conoces, a mi lo que me interesa es inculcarles los valores suficientes para ser muy buenos profesionales en el futuro.

Todos los años se pueden ver grandes trabajos. Este año mi atención se ha centrado en el realizado en este centro, muy consciente de que lo alcanzado tiene mucho valor. Y demuestra que cuando se confía en el alumnado la respuesta es positiva.

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El equipo en la mañana del miércoles.
 Entrada dedicada a Juan Carlos, compañero y amigo

Emociones de un fin de semana

El pasado fin de semana fue el EABE15 y allí estuve, en Córdoba este año.

Es el EABE un encuentro que hay que digerir después de haberlo vivido. No termina con el fin de semana. Las reflexiones posteriores de los y las participantes enriquecen enormemente las vivencias y ayudan a asimilar lo mucho que nos traemos en la mochila.

Hay quien, como Juanma, un cronista de eventos certero y rápido, no puede irse a la feria sin haber dejado constancia de lo sucedido. Y habrá quien necesite semanas para sentarse a escribir sus conclusiones. Y entre medias estaremos las y los demás.

Las personas responsables de la organización no darán por terminada su tarea hasta que las conclusiones de todas las mesas estén publicadas y disponibles para quien quiera consultarlas, y seguramente facilitará enlaces a los post que vayamos escribiendo las y los asistentes. Y según vayamos leyendo nos daremos cuenta de lo mucho que nos hemos perdido incluso estando allí, como bien decía @pily refiriéndose a esto, que yo también me perdí:

Desde el principio en estos encuentros la emoción, las emociones, ha sido una parte muy importante: desvirtualizar a personas con las que te relacionas a través de la red, con las que incluso ya has trabajado sin haber coincidido físicamente, abrazar a amigas y amigos, compartir vivencias y sentirte parte de un grupo, de ese claustro virtual al que tantas veces nos referimos.

Un eabero comentaba el domingo en el desayuno, ya despidiéndonos, que el viernes apenas había participado en las actividades porque había pasado la mayor parte del tiempo saludando a quienes ya conocía de anteriores encuentros.

Si siempre ha sido así, y la parte informal: pasillos, comidas, cafés, charlas amigables y aclaraciones pertinentes, ha tenido entidad en sí misma, este año la parte emocional ha subido un peldaño más: ha sido la referencia fundamental. Y que los recuerdos del encuentro educativo estén teñidos de emociones (positivas) facilitará su difusión, eso que se ha llamado pedagogía vírica.

Tomé nota de lo que iban diciendo las compañeras y compañeros del grupo en el que estuve (que seguramente representa a los demás por la forma en que se hizo) durante la última actividad del sábado: Puesta en común de lo que nos llevamos del EABE, que debíamos relacionar con alguna parte de nuestro cuerpo. Aquí dejo lo que me parece más interesante:

  • Las experiencias presentadas (treinta y siete si no he contado mal) fueron todas muy interesantes. Una pena no haber podido conocer la inmensa mayoría. En el grupo se destacaron: Impresión en 3D en 5º de primaria, Marea inclusiva, Tubos sonoros, De patitas en la calle, Pedagogía vírica, Realidad aumentada, La clase invertida, Aprendizaje basado en proyectos….
  • La organización del encuentro hizo posible que hubiera aprendizaje por doquier: talleres, patios, pasillos, charlas…
  • Las personas que asistían por primera vez se reconocían impactadas, desconcertadas: «Por twitter me había dado cuenta de que estaban locos, pero no tanto»,  «Aquí la educación entra por los ojos», «Me ha removido» He encontrado a gente que entiende la escuela como yo», son frases suyas.
  • Las que volvían después de una primera vez decían haber pasado del asombro a la ilusión, haber superado sus expectativas, que eran muchas,
  • Las palabras más repetidas para describir la experiencia: emoción (en singular y en plural), ilusión, motivación, innovación, convivencia, compartir, colaborar, crear, vivir, sentir, pensar, escuchar…
  • Debemos ser humildes y no creer que somos los únicos que lo hacemos bien, hay mucho buen profesorado fuera, y  la atención a la diversidad no se refiere sólo al alumnado, también existe en el profesorado y está bien que así sea.

Y yo, en esta actividad, anoté:

  • Lo importante no es lo que digo, sino lo que hago. (Relacionado con la boca)
  • Para trabajar por proyectos hay que aprender a escuchar al alumnado (con el oído)
  • Que un alumno que era incapaz de manifestar sus emociones permita que le toques es todo un éxito (con la mano) (De la ponencia Soñamos un mundo de respeto)
  • Las emociones en educación no es que sean importantes, son fundamentales. (corazón)
  • Con un pie fastidiado cuesta llegar lejos, pero he llegado.

Seguiremos rumiando lo que hemos traído en la mochila.

Y para finalizar un pequeño montaje con mis fotos  del evento que nunca podrán competir con las de @antosevi.

 

 

Las competencias del profesorado

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De mis muchos años en la dirección de un centro docente, tanto en primaria como en secundaria, guardo muy buenos, buenos y no tan buenos recuerdos, que ahora, después de finalizada la tarea, siguen aflorando:

Los artículos de Lola, que está empezando (con muy buen pie, por cierto) en lo de dirigir un colegio están sacando muchos a la luz.

Loly, que ofrece su experiencia, tan parecida a la mía, con mucha frecuencia los expone en público.

Miguel, que consigue tanto en un centro de tan difícil desempeño, pone de relieve los momentos difíciles… y los más gratificantes, en los que el profesorado hacía (en mi caso) y hace (en el suyo) piña compartiendo objetivos y tareas, casi sin pensar en horarios.

María, con sus muchos frentes abiertos, evoca los muchos proyectos realizados con pocos recursos.

Juanma, que siempre dice que ésta es la última, pero siempre vuelve a caer, porque tiene mucho más claro lo que le importa que lo que le pagan (no hablamos de dinero, claro), y Juan y Manuel Jesús, a los que veo una vez al año, en el EABE, pero a los que sigo con asiduidad porque aprendo y comparto con ellos muchas cosas, me recuerdan las dificultades específicas de la secundaria.

Mario, que me ofrece su saber hacer y su trabajo diario y saca incluso sin pretenderlo mis buenas y no tan buenas experiencias.

Y tantos otros y otras, que no hacen funciones directivas sino docentes.

¿Cómo desconectar de una profesión que sigue significando tanto?

La semana pasada, un artículo de Santos Guerra y los comentarios posteriores de personas de mi entorno, han hecho aflorar otros recuerdos y experiencias que me motivan a escribir. El artículo, que enlacé en twitter sin filtro crítico por lo que me recordó, compara al piloto que estrelló el avión matando a 150 personas, con el profesorado desequilibrado emocionalmente o con enfermedades psiquiátricas, cuya actuación afecta sin duda al alumnado, pudiendo llegar, dice él, a convertir a niños y niñas en cadáveres psicológicos.

Es evidente que la comparación es sumamente desafortunada, incluso demagógica. Pero saca a la luz un problema que existe, y que plantea a los equipos directivos situaciones muy duras y de muy difícil resolución: Hay personas con título de profesor/a que no están capacitadas para ejercer la profesión. Y cuando caen en tu centro te toca el premio gordo de la lotería. Debes tratar de minimizar los daños, apoyar en lo posible a la persona enferma para que no dañe demasiado, conseguir que el médico le dé una baja por enfermedad, … porque no tienes capacidad de decisión para otra cosa. Y si intentas una solución drástica encuentras la oposición de la Administración, a la que planteas un problema que no quiere afrontar y la del profesorado cuyo corporativismo salta como un resorte aunque sepa que hay razones sobradas.

Y luego están las malas  y malos profesionales, al menos tan peligrosos como los enfermos, porque hay más y destacan menos, pero hacen daño: nunca fracasan, porque la culpa (sí, la culpa) es del alumnado que no trabaja y de las familias que no se preocupan; no le importan los chicos y chicas, incluso hablan de ellos con desprecio; no buscan alternativas metodológicas, porque eso sería reconocer fallos; no necesitan formación porque no quieren cambiar. Aprobar oposiciones da demasiados derechos y muy pocas obligaciones a quien está dispuesto a pasar de ellas.

Y también están las y los magníficos profesionales, que buscan hasta que encuentran la forma de motivar a su alumnado, que aprenden cada día con ellos y ellas, que no hacen siempre lo mismo ¡qué aburrimiento!, que les despiertan las ganas de aprender, de buscar explicaciones, de pensar, que innovan, que…

Pues siendo tan dispares los grupos, todos reciben de la administración educativa el mismo trato: no hay evaluación de prácticas docentes,  la formación es voluntaria, la dotación de personal y material es estándar… y todos cobran igual a final de mes. ¿Qué motivo pueden tener los malos profesionales para mejorar?

Razones de peso

20150218_094938Mientras viajábamos, la señora que iba en el asiento detrás del mío mantuvo, en voz baja, esta conversación:

– Mira, Carlota, anoche cuando hablamos me quedé mal y tomé una decisión. Tú necesitas ese viaje con tus compañeros y lo vas a hacer. Vete inmediatamente a una agencia y reserva, yo lo pago.

– …

– Ya sé que son 400 €: los tengo y te los doy.

– …Si te vas a sentir mejor me los devuelves cuando puedas, aunque no quiero que lo hagas, es un regalo.

-…

– No llores y haz lo que te digo. Tu lo necesitas y yo puedo pagarlo. Si no, ¿para qué estamos los amigos?