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Marcha atrás, no; hay alternativas

1. Hoy se hace público un interesante estudio, elaborado a partir de una encuesta solicitada en 2010 por la presidencia española del Consejo Europeo, que pone de manifiesto la violencia soportada por las mujeres europeas, que no somos precisamente las que estamos en peores condiciones.

Los datos son abrumadores:

  • El 30% (62 millones) han sufrido violencia física o sexual.
  • El 55 % (102 millones) han sido acosadas sexualmente.
  • El 43% (80 millones) han sufrido violencia psicológica.
  • El 5% (10 millones) han sido violadas y otras tantas han sido privadas de libertad, incluso dentro de sus propias casas.
  • Sólo el 34%  denuncia la agresión.

2. Ayer se presentó en Jerez un libro, Desiguales por ley, sobre el mismo tema pero contextualizado a la situación de las mujeres en España, con especial incidencia en los aspectos legales y su influencia en la vida diaria de mujeres y hombres. Lo escribe María Pazos, una de las mujeres que desde su ámbito profesional  (estudios fiscales, economía y estadística) promueve iniciativas de cambio dirigidas a avanzar hacia una igualdad real en la sociedad actual.

desiguales

En él la autora  pone al descubierto las vergüenzas de nuestras políticas públicas, sosteniendo que la legislación (incluyendo la Ley de Igualdad) incentiva el reparto del trabajo ligado al sexo (la familia tradicional), impide el reparto igualitario de las tareas de cuidado de las personas dependientes, y la permanencia de muchas mujeres en el trabajo a lo largo de su vida, con nefastas consecuencias para su vida actual y futura. Y presenta una alternativa derivada de su conocimiento de las realidades de otros países y del convencimiento de que no hay justicia social sin igualdad.

3. En un momento en el que nuestra sociedad da pasos agigantados en la pérdida de derechos que creíamos adquiridos para siempre, en los que hemos pasado de solicitar la encuesta con la que iniciaba esta entrada a retroceder tres décadas en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, que alguien defienda con argumentos que hay caminos para conseguir la igualdad efectiva y que su logro será beneficioso para la sociedad en su conjunto, incluso en términos económicos, me parece una buena noticia.

 

 

Carpe diem

No hace tanto tiempo que lo peor que a una persona le podía suceder era descubrir que tenía un cáncer. Hoy conocemos a tantas personas que lo han superado y llevan una vida normalizada después de ello, e incluso pese a ello, que ya el cáncer, por fortuna, no es el tabú que fue ni atemoriza como lo hizo.

Lo que hoy asusta de verdad, hablando en términos de salud, es descubrir que estás perdiendo la memoria, temer que puedes estar tú, o alguien cercano a ti,  en los comienzos del Alzheimer, que en tu o su cerebro pueden estar formándose esos nudos de tejido nervioso que terminen incapacitándote o incapacitándole para la vida autónoma.

Sabemos que con la edad se pierden capacidades, especialmente las relacionadas con la potencia física y con la memoria. Yo descubrí lo normal que es cuando una amiga contó divertida la pregunta que le había hecho un compañero: ¿Te acuerdas cuando hablábamos seguido?

Hoy, que a otra amiga le están haciendo pruebas para saber la causa por la que su cerebro trabaja al ralentí, me vuelve la preocupación por el sufrimiento que acompaña al descubrimiento de la pérdida de los recuerdos, de la incapacidad insidiosa, del periodo en el que las enfermas de Alzheimer y similares, como mi madre, son conscientes de su situación.

2014-01-08 17.59.55Y pienso en las cosas que no recuerdo, en los despistes de todos los días, y me reafirmo en la decisión de vivir cada día, disfrutar de lo que la vida me ofrece, de compartir con familia y amigos, de ver  y hacer lo que me gusta, sin que ello suponga hacer daño a nadie, por supuesto, sin olvidar a los demás.

Recordando a Tagore: Si de noche lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas. 

 

Volvemos al pasado

Hace unos días nos enteramos de que en lo relativo a renta per cápita nuestra distancia con la Unión Europea ha vuelto a 1999, hace 14 años.

Hoy se ha aprobado otra ley que continúa enviándonos al pasado. Lleva por nombre  Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada. Más restrictiva que la de 1985, hace 28 años. Y sólo comparable en Europa a las de Irlanda y Polonia. Seguimos avanzando.

Las mujeres volvemos a ser, para la ley, ciudadanas de segunda categoría, de las que aborto2carecen de capacidad para decidir, como si fuéramos menores toda la vida. Se vuelve a imponer la moral de algunos a la vida de todos y, sobre todo, de todas.

Sin tener en cuenta que el número de abortos (palabra que evita la ley por todos los medios) no aumentó con la ley de plazos ni va a disminuir porque se penalice (aunque sólo el médico vaya a la cárcel). Para la mayoría de aquellas que quieran abortar cambiará el dónde porque tendrán que ir a Francia o a Portugal, que están cerquita, y si no pueden lo harán sin condiciones sanitarias, (cambiará el cómo) como en viejos tiempos. Lo confirmaban ayer en la SER dos tocoginecólogas con más de 30 años de ejercicio profesional que coincidían en los datos estadísticos y en otro que me parece importante cuando hablamos de moral impuesta: las hijas de los legisladores siempre han abortado cuando ha llegado el caso, sin tener en cuenta las normas que fijan para las demás. En Londres o a manos de un/a ginecólogo amigo.

Así se ve en la prensa:

El aborto deja de ser un derecho y la mujer solo tendrá la última palabra en caso de violación (El Diario)

El Gobierno aprueba la ley del aborto más restrictiva de la democracia (El País)

La nueva ley solo permitirá abortar en caso de violación o riesgo para la madre (20 abortominutos)

El Gobierno restringe el aborto a violación y riesgo para la mujer (Reuters)

La mujer tendrá que reflexionar 7 días como mínimo antes de abortar (El Mundo)

El aborto será legal sólo en caso de violación o riesgo para la salud de la madre (El Heraldo)

La foto la he tomado de aquí

 

WordCamp Sevilla

WCS

Vaya por delante que no soy experta en WordPress y la mayoría de los asistentes al evento sí que lo son. Que mi interés en el uso de WP es la comunicación, y el de la mayoría es el trabajo: utilizan WP para prestar servicios a los usuarios finales, satisfacen las necesidades de empresas y clientes. Quiero decir que, seguramente, tengo una visión que puede no coincidir con la de la mayoría de los y las participantes.

Mis diversos blogs, creados con distintas finalidades, fundamentalmente educativas y comunicativas, (blogs de clase en su mayoría) están hechos con WP porque es muy fácil de usar y ofrece muy buenas prestaciones gratuitas. Y porque es software libre. Empecé a usarlo después de haber conocido el funcionamiento en este blog cuyos inicios expliqué en su momento.

He asistido a las meetups y WordCamps organizadas en Sevilla y he visto evolucionar la comunidad de desarrolladores y usuarios y anoto aquí lo que me ha llamado la atención:

  • Aunque en la calle WP siga siendo para la mayoría de la gente un gestor de blogs IMG_0575gratuito, en las 20 ponencias y una colección de talleres que se han desarrollado en estos dos días, no se ha tratado de ello. Nada. Porque tiene otras muchas funcionalidades.
  • El ambiente de trabajo y colaboración.
  • La mayor parte de los ponentes forman parte de la organización e incluso los que no están en ella han IMG_0578asistido a la mayoría de las charlas y ofrecido sus conocimientos en mesas y pasillos. Por eso cuando una de las últimas ponencias de la tarde no tuvo en cuenta nada de lo expuesto a lo largo del día se notó mucho.
  • La cantidad y calidad de información acumulada a lo largo de la jornada:         – A mi esto no me anima a trabajar: me parece imposible aprender todo esto, decía un asistente a su compañero detrás de mí en una de las ponencias.
  • Cómo ha ido evolucionando la situación en pocos años y formándose comunidad.
  • La pulsión por compartir, por ayudar: he visto a alguien que ya se había despedidoIMG_0583 retrasar su marcha porque otro le pidió ayuda antes de llegar a la puerta, y la forma en que muchos y muchas buscaban solución a problemas  o resolvían dudas de otros. (Las mías por ejemplo)
  • Las buenas relaciones entre las personas que trabajan con software libre: aunque en ocasiones escenifiquen las diferencias entre los distintos gestores de contenidos, sobre todo utilizando las estadísticas, se llevan bien y todos conocen las fortalezas y debilidades del suyo y de los demás.
  • El buen humor. Sólo quien estuvo allí entiende la diapositiva.IMG_0582
  • Siempre se conocen proyectos interesantes, a través del trabajo realizado para ellos por los ponentes con la elaboración de sus webs. En esta ocasión me han llamado la atención: parainmigrantes.info, Fundación Genes y Gentes y restaurant50

Y, puesto que una de las razones para usar WordPress es que sea software libre, porque mucha gente no sabe lo que significa, aun siendo usuario de WP, copio aquí las cuatro libertades que implica, que se han recordado en las sesiones, porque forman parte intrínseca al uso de WP:

  • La libertad de usar el programa, con cualquier propósito.
  • La libertad de estudiar cómo funciona el programa, y adaptarlo a tus necesidades. (El acceso al código fuente es una condición previa para ello).
  • La libertad de distribuir copias, con lo que puedes ayudar a otros.
  • La libertad de mejorar el programa y hacer públicas las mejoras a los demás, de modo que toda la comunidad se beneficie. (Otra vez el acceso al código fuente es un requisito previo).

 

 

 

Aprendí a leer

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En un pequeño pueblo de la provincia de Salamanca de alrededor de mil habitantes, la mayoría de los cuales malviven de la agricultura, propia o a jornal. Naturalmente, unos cuantos viven con holgura porque tienen tierras suficientes para ello, y alguno tiene hasta una dehesa, pero no hay que contar con él más que el día de la romería, que va hasta la ermita de su propiedad, y en ocasiones para las caridades de navidad al estilo de Los santos Inocentes de Delibes.

Debía ser el año 1954 porque mi madre siempre ha dicho que como doña Juana, la única maestra en aquel momento, era su vecina y la quería mucho, me admitió antes de cumplir los 6 años. Por espacio en el aula no había problemas. Como todavía no se había construido la escuela de niñas, la clase se impartía en el salón parroquial, un espacio rectangular largo y estrecho, mal iluminado por tres ventanas verticales. Allí cabíamos las alrededor de 60 niñas del pueblo en edad escolar, de 6 a 14 años.

La escuela era, claro está, unitaria de niñas. Cuando se construyó el edificio, creo que al año siguiente, pasó a ser graduada de niñas, al lado de la graduada de niños, pero sin relación ninguna con ella. A partir de entonces tendríamos dos clases: doña Juana se quedó con la de las mayores y las pequeñas pasamos a manos de la nueva y también estupenda maestra: doña Consuelo.

El material con el que acudíamos a la escuela no tenía nada que ver con el actual: consistía en la cartilla, una pizarra del tamaño aproximado de una cuartilla incluyendo su marco de madera, un pizarrín y un trapo para borrar que se llevaba atado para que no borráramos con la mano. Una vez que sabíamos escribir con soltura pasábamos a usar el cuaderno de dos rayas y el lápiz.

El respeto a la maestra, como a los padres, tenía a veces más que ver con el miedo que con otra cosa, porque los castigos físicos no estaban mal vistos y no eran raros, aunque no pasaran de una bofetada o unos azotes. Todas, y todos, teníamos claro que más valía que en casa no se enteraran de que  en clase nos habían reñido, castigado o dado una torta: recibirías el doble.

Asistir a clase era una posibilidad que se iba al garete cuando había algo que hacer en casa o en el campo. La de veces que le escuché a mi abuela aquello de que el oficio del niño es poco pero el que lo pierde es un loco. Sólo cuando la razón era hacer los dulces para las fiestas del pueblo no me importaba faltar a clase. Pero a veces se consideraba imprescindible.

Siempre me he preguntado cómo se las apañaban los maestros y maestras de entonces para atender a toda aquella chiquillería tan dispar. Recuerdo el runrún de la clase, bajito, porque cuando hablaba la maestra se la oía, pero permanente, como el de una colmena.

Cada grupo hacía tareas diferentes, y había ratos en que alguna de las mayores daba de leer a las que estábamos aprendiendo. Las cosas se hacían sin prisa, cuando ya sabías leer una página de la cartilla pasabas a la siguiente. Si alguien en casa leía contigo, o tenías mucha facilidad, aprendías antes. Si no era el caso, tardabas más.

La vida de las niñas y los niños no era fácil entonces, como tampoco lo era la de los adultos. Comodidades, ninguna, ni siquiera agua corriente, ni luz eléctrica, con todo lo que ello implica. La comida escaseaba en muchas casas, la nuestra entre ellas. En aquellos inviernos tan fríos que se helaba el agua del caorzo hasta el punto de que los muchachos lo recorrían en toda su longitud patinando bajo los árboles, la única fuente de calor en el aula, aparte del que nosotras generábamos, era un brasero de cisco bajo la mesa de la maestra. Había días en que no podíamos escribir porque las manos se nos entumecían de frío.

Pero a luz de un candil y al amor de la lumbre, en mi casa, en las largas noches de invierno, se producía un milagro: se escuchaban historias fantásticas, terribles, bonitas… que no tenían nada que ver con la vida que vivíamos, en las que los protagonistas pasaban muchas penalidades pero terminaban siendo felices. Mi padre leía en voz alta y los demás escuchábamos embobados, las manos ocupadas si había faena: desgranar maíz, seleccionar las alubias, coser o hacer punto. Los pocos libros que había en la vecindad circulaban de casa en casa: se prestaban (como el pan, pero esa es otra historia). Y si se acababan, se volvían a leer.

Si leyendo se podía conocer historias y enterarse de las partes que una se perdía cuando uno de los más pequeños lloraba (mi familia aumentaba cada dos años) y había que ir a mecerlo hasta que se dormía, ¿cómo no querer leer? Yo creo que me gusta la lectura desde antes de ser lectora gracias a esta costumbre familiar que se perdió cuando llegaron la comodidades y hubo otras formas de entretenimiento.

Escribí este post a petición de Mayti. Ella lo publicó en su blog   del  mismo título e hizo la ilustración.

¡Enhorabuena, compañera!

Hoy, 18 noviembre, cumple 65 años y se jubila una compañera. Digo bien: compañera, porque en compañía, una junto a otra, hemos trabajado por la educación de muchos grupos de niños y niñas, antes, de chicas y chicos, después. Diferencio compañera, con la que se trabaja en compañía, de colega: persona de la misma profesión, nada más.

IMG-20131105-WA0007Hemos compartido inquietudes, intereses, experiencias y, sobre todo, el trabajo diario para conseguir que nuestro alumnado alcanzara las mayores cotas de formación y madurez personal, no sólo académica.

Tutora excelente, siempre ha conocido la situación familiar y personal de cada uno y cada una de sus tutorizados y actuado en consecuencia con ellos, con su familia y con el equipo educativo, que no siempre quiere tener en cuenta otros aspectos que no sean aprendizaje y comportamiento en clase.

Comprometida, implicada, buena profesional, cristiana convencida, de las que dan testimonio con su ejemplo más que con sus palabras, pero sin rehuir dar su opinión desde su opción religiosa. Siempre desde el respeto a las opiniones y criterios que pudiéramos tener los demás.

Cuando ha pasado épocas difíciles, que las ha tenido, como casi todos, ha sabido estar a la altura de la situación y dejar el trabajo, que le podía resultar terapéutico al sacarla de su ensimismamiento (quien no ama su trabajo no podrá entender esto), por temor a perjudicar a su alumnado al no poder rendir al cien por cien.

Muchos días ha llegado al centro comentando con alegría que había encontrado a Fulanito o Menganita, que fueron alumnos hace diez, quince años, trabajando en tal o cual sitio y le habían contado cómo les iba en la vida, lo que da muestra de las buenas relaciones establecidas. Seguirá encontrándoles, porque el mundo es pequeño, y seguirá interesándose por su vida y alegrándose de sus éxitos y sintiendo pena por sus fracasos.

Lo expresa perfectamente Gabriel Celaya en el poema que publiqué en una entrada anterior y que le dedico.

Estoy segura de que en medio de sus actividades familiares con hijos y nietos encontrará tiempo para alguna labor social.

Seguiremos compartiendo intereses, experiencias, inquietudes, que no serán las derivadas del trabajo diario, pero serán.

Y doy gracias a la vida, que me ha dado tanto. Entre otras muchas cosas, la posibilidad de trabajar con Mame