Imprudencias

Anoche, cuando iban a la playa, a celebrar la noche de San Juan, 12 jóvenes murieron arrollados por un tren. Habían invadido la vía para cruzar en vez de hacerlo por el paso subterraneo. Ha sido la impresionante noticia de la mañana.

Llama la atención que se busquen culpables distintos de aquellos que cometieron la imprudencia. Lo que les esperaba al otro lado (una larga noche de fiesta), era de una urgencia tal que no podían retrasarlo los minutos necesarios (¿dos, tres, quizá sólo uno?) para pasar por el sitio indicado.

Parece que el lo quiero, y lo quiero ¡ya! sea el lema básico del disfrute juvenil. Aplazar la recompensa es algo que no les hemos enseñado, de ahí que no sepan esperar por nada y que no mantengan el esfuerzo  necesario para conseguir algo que no sea inmediato. Y que corran riesgos absurdos por cuestión de unos minutos.

Se pretenderá, lo estoy viendo, que se vallen la vías para que el acceso sea imposible. Lo entendería si hubiera animales que tuvieran acceso a las vías y supusieran un riesgo para los viajeros; o si fueran niños los que salieran de un colegio cerca. Pero no entiendo que los adultos no se hagan responsables de sus actos cuando las normas están perfectamente claras.

Es evidente que es una desgracia que va sumir a muchas familias en el más absoluto desconcierto, que sufrirán lo indecible: todas las muertes que no encajan con la edad a la que se la espera lo producen. Pero no es un accidente: es el fruto de una imprudencia. No se debería haber producido. Y es responsabilidad de cada uno de los que decidieron cruzar las vías.

Incongruencia maternas

Aunque nos duela, algunos padres (en el sentido general del término: padres o madres) han perdido el norte. Algunas anécdotas para ilustrar la idea:

1.  Mes de septiembre. Se acaban de publicar las listas de los grupos en el Instituto. Una madre acude a la dirección porque su hija no está con sus amigas. Cuando se le explica que no es posible atender a los caprichos del alumnado, que se trata de que trabajen, que las amistades son para fuera de clase… dice:

– No, si yo no quiero que la cambien, si con sus amigas se dedicaria a charlar.

– ¿Entonces?

– Pero si no vengo no vea la que me arma.

2.  Una alumna está en clase escuchando música mientra el profesor explica. Siguiendo la normas del centro le retira el MP3  y lo entrega en la Jefatura de Estudios, donde sus padres podrán retirarlo. Es viernes. La madre llega al centro antes de que el Jefe de Estudios se haya marchado, para recoger el aparato. Se le explica la situación  y se le sugiere  que podría castigar a su hija a no usarlo el fin de semana. Respuesta:

– Estoy de acuerdo. No me lo llevo y le digo que usted no me lo ha dado.

2. Fin de curso. La Asociación de Padres organiza una fiesta para despedir al alumnado que finaliza su etapa en el centro, regalarle las orlas que les han hecho como recuerdo, entregar premios, ver actuaciones…. Algunas madres del alumnado que debe recibir las orlas buscan a la presidenta de la AMPA para pedirle que se cambie el orden de las actuaciones  porque sus hijos han organizado una cena la misma tarde noche y a la hora en la que normalmente se entregan las orlas, o incluso antes. Como no se va a alterar el orden, proponen:

– ¿No podrían ustedes, profesores, hablar con ellos y convencerlos para que cambien la cena?

Resumiendo: Cuando hay que enfrentarse a los hijos, ponerles límites, enseñarles lo que está bien y lo que está mal, que lo haga otro. Así se puede decir que en mi casa no da problemas. ¿Cómo los va a dar si hace lo que quiere?

En la mayoría de los casos, detrás de un alumno conflictivo hay una familia que no pone normas. Al menos, es mi experiencia.

Enlaces relacionados:

Recopilación de consejos y opiniones de Bill Gates, en Contencioso.es

Y otros de Guillermo Fesser, publicados en Ciencia Online

La crisis vista por ojos no implicados

Entre las lecturas de los periódicos dominicales he encontrado un retrato de la situación española escrito por un periodista estadounidense, Phil Bennett, que me ha parecido digno de leerse. Es un buen reportaje, se lee con facilidad porque presenta los detalles humanos, está basado en datos, entrevistas y opiniones diversas, y apunta causas y consecuencias. Sin duda no abarca todos los aspectos pero a mi juicio es una aproximación a la realidad interesante.

A mí me han llamado la atención las implicaciones relacionadas con la enseñanza, tanto las actuales (jóvenes que abandonaron los estudios, es un decir, atraidos por el trabajo fácil y bien pagado), como las futuras (si no cambiamos la tendencia cuando se remonte la crisis nos faltarán trabajadores cualificados). Aunque seamos, que lo somos, conscientes de ello, que otros también lo vean lo hace, si cabe, más acuciante.

Por si quieres leerlo aquí está el enlace:

Crisis

A quién le importa

Ayer por la mañana una compañera sufrió una lipotimia y sintiendo que se iba a caer se acercó a la pared y se dejo deslizar hasta el suelo, donde finalmente quedó tendida rodeada de sus cosas: el bolso, la carpeta de documentos…,  sin poder hacer nada.

Durante al menos un cuarto de hora estuvo, mareada, en el suelo, viendo pasar zapatos (lo único que su vista alcanzaba), y reconociendo por ellos a sus dueños: un hombre mayor con bastón, una mujer con un carrito, un chico joven, otra mujer… sin que nadie le echara una mano. No sabe si la miraron siquiera.

Finalmente una señora se acercó y la ayudó hasta que se recuperó y pudo irse a casa. Menos mal que al cabo alguien tuvo una reacción humana. ¿No era así como considerabamos la compasión, la empatía, la solidaridad?

Por fortuna sólo era una lipotimia, pero igual podía haber sido un infarto y entonces no había sobrevivido al incidente.

Me produce una profunda desazón constatar hasta dónde esta sociedad ha perdido los referentes, porque ésta es una muestra más, impactante, desde luego, pero una entre otras de cómo a la mayoría sólo le importa no complicarse la vida con los problemas de los demás, disfrutar de lo que puede, sin importarle incluso si tiene o no derecho a ello.

Algo tenemos que haber hecho mal para que las cosas estén así. ¿Estaremos a tiempo de corregirlo? ¿Querremos hacerlo o nos limitaremos a esperar, cada uno personalmente, no necesitar de nadie?

Generosidad

Los detalles pueden alegrar la vida.

El sábado, mi sobrina Andrea hizo su primera comunión. Recibió un regalo por partida doble: dos cámaras fotográficas.  Cuando se le dio la posibilidad de cambiar una de ellas por otra cosa, renunció a ello para que su hermana Marta también tuviera una.

He utilizado la palabra de forma intencionada y precisa, porque para ella fue una renuncia en sentido estricto: le costó. Pero fue generosa de forma voluntaria, sin sugerencias de nadie, porque entiende que con la comunión ha hecho un compromiso y lo quiere cumplir. Merece las felicitaciones que recibió por ello.

Aceptar responsabilidades es un aprendizaje necesario y difícil. Aunque en otras ocasiones haya que recordarselo, ha empezado bien.

Vida sintética

Cuando oí la noticia por primera vez, en la radio como tantas veces, pensé: Esto hay que verlo con calma.

Tenía razón. Entiendo que se han sentado las bases para grandes avances (o retrocesos, depende de como se use), pero en sentido estricto no puede decirse que se haya creado vida. Se ha copiado el genoma de una bacteria previamente secuenciado, con ligeras modificaciones, no todas voluntarias, y se ha introducido en la carcasa de otra a la que se había extraido su propio genoma. Y la nueva célula ha sido capaz de reproducirse.

No es que me parezca pequeño el exito del equipo de Craig Venter, ni mucho menos. Las posibilidades que abre son inmensas, pero pienso que queda mucha investigación por delante hasta que se hagan realidad. Y conste que me gustaría ver algunas de ellas realizadas: fabricación de combustibles, limpieza de vertidos, curación de enfermedades…

Rápidamente han saltado las alarmas sobre el control que deberá ejercerse sobre la técnica que lo hace posible. No estoy muy segura, o me gustaría no estarlo, de cuál es la razón de que se requiera tanto control sobre los avances de las ciencias. Ya sabemos el uso que se dió a la dinamita, a la energía nuclear… Cierto. Pero… ¿no son en este momento más importantes los motivos económicos? Esa pretensión de patentarlo todo no parece tener otra finalidad.

Y por otra parte, los secretos, en un mundo de exhibicionistas, son cada vez más difíciles de guardar.