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Obligaciones

Mientras pasaba mi compra por el escaner la cajera comentaba con la de al lado:

– ¿Tienes planes para el finde?

– Vamos a Chipiona. ¿Por qué no venís?

– ¿Cuándo os vais?

– Hoy, después de comer.

– Hoy no podemos, por los niños. Mañana se queda mi hermana con ellos, pero hasta las doce no, que dice que tiene que descansar. ¡Vamos, vamos! ¡Qué tiene que descansar! Y hasta las doce yo no puedo ir a ninguna parte.

E insistía dirigiéndose a mí:

– ¡Vamos! Ella tiene que descansar, ¿y yo?

De la conversación entre ellas, deduje:

  • Que la chica (unos 30 años), tiene pareja y dos hijos (hablaba de ellos en plural, pero me extrañaría que tuviera más de dos)
  • Ella trabaja, por lo que no se dedica a tiempo completo a los niños. (Pero está deseando librarse de ellos).
  • Considera que tiene derecho a pasar tiempo libre sin hijos, a costa de familiares, sin compensación económica. (Si pagara no soportaría el retraso).

Y yo, que desde que nació la primera de mis hijas organicé mi vida no laboral en función de ellas, y encantada de hacerlo, me pregunto:

  • Si hoy se tienen los hijos que una quiere, y cuando los quiere, ¿como es posible que después de haber decidido tenerlos no se les dedique la atención que requieren? ¡Cuántos padres, y especialmente madres, se quejan de las renuncias que momentáneamente han de hacer para cuidarlos! ¡Y cuántos no entienden que se es padre, o madre, veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año!. A tiempo completo, porque no se educa en el momento en que uno, una, se pone a ello a propósito, sino siempre, incluso cuando se preferiría pedir tiempo muerto, como en el baloncesto.
  • ¿Por qué tantos padres dejan en manos de los abuelos una función que sólo a ellos corresponde?. Los abuelos tienen otra, mucho más gratificante por cierto, pero no obligatoria. ¡Cuantos abuelos, hombres, están haciendo con sus nietos lo que no habrían hecho con sus hijos ni atados! Lo malo es que muchos han de hacerlo les apetezca o no.
  • Si yo estaba deseando que llegara el sábado para tener tiempo de jugar y organizar actividades con mis hijos cuando eran pequeños, ¿por qué para tantas parejas jóvenes pasar tiempo libre con sus hijos parece una penosa obligación?

En fin,  en esta sociedad hedonista en la que todos buscamos el confort y la comodidad, vivir en pareja y tener hijos es cada vez más difícil, porque supone renunciar a los que entendemos como nuestros  derechos individuales en favor de otras personas.

El propósito de la educación

#PurposedES

Cuando hablamos de educación somos conscientes de que existen muchos contextos que educan, bien o mal. Que todos y en todo momento, aún sin pretenderlo, somos educadores, puesto que influimos en los demás, especialmente en los más jóvenes.

Pero en esta ocasión voy a dejar de lado la educación no formal y me voy a centrar en la que ha generado, genera y va a seguir generando, la escuela. Lo voy a hacer así por dos razones: es la que podemos en gran medida controlar y he dedicado a ella mi vida profesional, por lo que creo que puedo aportar algo. Tengo opinión respecto a los otros contextos, y la podré explicar en otras entradas, pero en  ésta me referiré fundamentalmente a la escuela (comunidad escolar).

Mis recuerdos de la escuela y el instituto (ambos públicos) en los fui alumna, y mi dilatada experiencia docente me permiten poner en perspectiva los cambios que se han producido en la realidad escolar:

  • Hemos pasado de enseñar a educar, o, al menos, pretenderlo. Hoy nadie discute la función educadora, pero no hace tanto que en los institutos (en primaria se asumió mucho antes) se escuchaban  palabras gruesas porque se nos cargaba con funciones que correspondían a las familias.
  • Los grupos se han reducido: en mi primera clase éramos 60 alumnas (escuelas separadas para niños y niñas, naturalmente) y yo he tenido 52 alumnas en primero de EGB, y 31 en una unitaria, mixta, diseminada, de difícil desempeño, con 7 niveles distintos. (Con categoría). Hoy nuestros grupos de diversificación a veces no alcanzan el número crítico para que haya cohesión grupal, y podemos en determinadas materias trabajar a ratos con muy pocos cuando tienen muchas dificultades.
  • Nuestra situación laboral ha mejorado significativamente: ¿quién recuerda aquello de pasa más hambre que un maestro de escuela? ¿Y de los medios con los que contamos, qué decir?
  • La relación entre alumnado y profes ha cambiado, tanto como  la relación entre padres e hijos en la familia. A los maestros, y a los padres, se les trataba de usted y se les tenía un respeto que más bien debería tener otro nombre. Se decía que la letra con sangre entra. Luego pasamos por una época de colegueo y después del movimiento pendular nos estamos centrando: el respeto se lo gana uno, pero el adulto tiene el control, aunque sea un control democrático. (Demasiados padres se han quedado de colegas y en casa no hay normas, lo que dificulta el trabajo en la escuela).

Y los aspectos que no han cambiado, o no tanto como debieran:

  • La escuela para todos (pública) tenía un propósito claro: conseguir mejores productores, trabajadores más eficientes, personas más integradas en la sociedad. Siempre fuimos conscientes de que al régimen no le interesaba que formáramos ciudadanos, quería súbditos. Y hacía lo posible por conseguirlos. En esas circunstancias surgen los movimientos de renovación pedagógica, en los que nos hicimos conscientes de que buenos maestros hacen buena escuela, incluso sin medios (¡lo que inventábamos!), a pesar de las leyes.
  • La escuela actual, para el gobierno, no importa de qué color, tiene un fin parecido. Aunque en los decretos se hable de ciudadanía, de formar el espíritu crítico, de… no han sido capaces de ponerse de acuerdo en lo fundamental, y cada vez que cambia el gobierno nos cambian la ley. Pero la realidad de las aulas sólo la cambia el profesorado: metodología, participación de padres/madres (aunque la ley diga otra cosa si no los queremos en el centro nos las apañamos para que no estén), interactividad con el alumnado…

En resumen: la pelota está en nuestro tejado. Tenemos las manos libres para empezar a cambiar la forma e incluso el fondo, aunque debamos guardar las apariencias, cumplir las formalidades. Tenemos medios con los que ni soñábamos hace nada. Hay muchas experiencias que indican que cuando un equipo de profesorado quiere, se pueden hacer maravillas incluso con el alumnado más difícil.

La sociedad ha cambiado, y mucho. No podemos seguir enseñando como nada hubiera sucedido, o quejándonos de que lo haya hecho. Tenemos que construir con lo que hay.

(Este post es previo a las 500 palabras que dedicaré a exponer el que a mi juicio debería ser el propósito de la escuela)

La escuela que queremos

Si te interesa la educación y tienes inquietudes, si no estás seguro, o segura, de hacerlo todo bien, si quieres conocer puntos de vista que se escuchan pocas veces en el claustro real, aunque más veces en el virtual twittero, escucha la conferencia de Francesco Tonucci.

Llegué a ella a través de @pily.

Algunas de las cosas que dice, para animarte a escucharla:

Hemos pasado de una escuela para pocos a una escuela para todos y les ofrecemos lo mismo. Las familias de aquellos pocos tenían base cultural, la escuela era un complemento a lo que aprendía en la casa. Las familias de todos los actuales no tienen base cultural y no pueden dar lo que no tienen. Esperamos que aprovechen algo que no tiene que ver con su vida.

Los alumnos dicen:

  • El fracaso no siempre es culpa nuestra.
  • Queremos un temario más actualizado y que se cuente con nosotros para decidirlo.
  • Queremos música en la escuela.

Es necesario utilizar distintos lenguajes y distintos medios.

Todos los alumnos tienen algún ámbito de excelencia, aunque no sea el que nos gustaría.

La buena escuela la hacen los buenos maestros, aunque las leyes sean malas.Por eso el cambio se dará si cambia la formación del profesorado.

Las leyes no cambian la escuela.

Y como complemento, otro video relacionado con el mismo tema:

Cristobal Cobo habla sobre el aprendizaje invisible y dice cosas muy interesantes:

  • Los sistemas educativos formales penalizan con pena de muerte el error, que es la fuente de nuevos aprendizajes.
  • El aprendizaje ocurre cuando estamos haciendo otra cosa.
  • Las personas tenemos mala memoria, los discos duros son mejores es eso. ¿Por qué competir con ellos? En Dinamarca, a partir de 2011 se harán todos los exámenes con internet conectado.
  • La tecnología evoluciona exponencialmente, la educación linealmente.
  • ¿La educación que estamos dando es la mejor que se puede ofrecer?

Civismo

En esta entrada no colocaré ninguna foto. Podría elegir una cualquiera de las muchas que inundan internet, las televisiones y los periódicos, pero no lo haré: no habrá ilustraciones.

Sólo palabras, y no muchas.

¡Qué lección de civismo nos está dando el pueblo japonés! Ni saqueos, ni subida de precios. Respuesta modélica a la petición de ahorro de electricidad. Nadie tiene que vigilar que cumplan las peticiones de las autoridades (parece que no hicieran falta órdenes)

Y para culminar la lección, las personas que estan poniendo en riesgo sus vidas (sabiendo que las van a perder casi con toda seguridad, y no de buena manera) tratando de refligerar los reactores nucleares, son antiguos trabajadores de la central ya jubilados que se han presentado  voluntariamente, sin haber recibido  petición alguna, por propia iniciativa. No me extraña que ya se hable de los héroes de Fukushima.

¿Cómo habrán conseguido una interiorización de las normas tan completa? ¿Qué tienen ellos que no tengamos nosotros, o al revés?

¡Cuánto tenemos que aprender! ¡Que magnífica muestra de ciudadanía!